OPINIóN
Actualizado 02/01/2015
María Fuentes (Fotografías: Pablo de la Peña)

Una vez más el mundo dará cuenta de un año más que termina y de otro que llega, una vez más y con sobredosis de tecnología,  la población mundial de este planeta desearemos uno a uno y en su mayoría que estos próximos trescientos sesenta y cinco días sean más de dicha, de positividad en todas las acciones que emprendan.

Eso sí, haciendo grupos y subgrupos, amigos reales, amigos virtuales, familiares directos, indirectos, etc y a cada uno de ellos un mensaje positivo, pero hueco, carente en su mayoría de la sustancia que sólo denota la grafía del mensaje.

Somos los mismos seres humanos, los que con equívocas acciones y sin importar relación, grupo o subgrupo, rompemos, incumplimos con estos buenos deseos entre y hacia nuestros propios semejantes, casi sin quitar el espumillón del árbol de Navidad.

Año tras año y considerándome un fariseo más, por dejarme engullir por esta falsa locura de amor pasajero, me asaltan preguntas  que tienen respuestas en el antes, en aquellos momento donde  no había que fingir  y no te dabas cuenta del teatro de alrededor, si es que lo había, o ¿quizás fuera verdad, sinceridad absoluta y lo hemos cambiado después?

Más que brindar con palabras o mensajes pasajeros esas muestras de cariño, las deberíamos aplicar día a día, cada segundo de nuestra vida, en cualquier relación y grupo, para que así las cosas tomen un rumbo distinto, más llevadero. Comprender que las palabras banales no tienen sentido; sólo los hechos y realidades que las acompañan. Los abrazos que realmente te hacen sentir protegido, los besos que trasmiten sinceridad y amor, los viajes kilométricos que te acercan a tu otro yo sólo para poder tocarl@, para sentir viva la otra parte que acompaña nuestra personalidad dual.

Es tarea de todos, mía el primero, emprender acciones, actitudes que de cierto modo cambien, construyan y le den una nueva dirección a esta vida. Solucionar este conflicto interno, dar un extra en las actividades que uno realiza, lograr lo que antes no se logró, mirar mas las necesidades de nuestro lado que las nuestras, tocar, sentir, amar lo más cercano a nosotros para poder crecer con los mismos sentimientos y abarcar el mundo.Comenzar lo que parecía imposible de emprender.

Y que al final de año, de uno y otro año, podamos mirar a los ojos a todos y cada uno de los que nos rodean para decirle, "nunca te fallé siempre obré igual, el día 1 y el 365".

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