El tránsito de un año a otro es una frontera virtual que nosotros queremos convertir en un hecho real. Llegamos incluso a creernos que todo puede ser diferente, que ha terminado un periodo y empieza otro. La cuestión psicológica tiene una carga que nos determina. Del 31 de diciembre de 2014 al 1 de enero de 2015 no hay diferencia alguna en relación con el paso de un mes a otro, pero la sensación que nos invade es diferente. Viene a ser como si saltáramos una tapia y pasáramos de la calle a una propiedad. Lo más sorprendente es que tenemos una necesidad de sentirlo. Tal vez la propaganda que nos machaca estos días, y que como colofón tiene de referencia al reloj de la Puerta del Sol de Madrid, nos conduce al cambio mental. O tal vez porque siempre necesitamos huir, especialmente de lo malo, como es el caso del año 2014 que dejamos, el gran año de la corrupción, o del descubrimiento de la corrupción, que la cosa se viene fraguando desde hace muchos años.
Necesitamos huir de 2014 a pesar de que ha sido un año de esperanza. Si miramos hacia atrás, incluso sin ira, nos encontraremos con 2008, 2009, 2010, 2011, 2012 y 2013 de recuerdos terribles, vamos, peste bubónica en forma de crisis económica. También este 14, pero algo menos. El año ha sido malo, con momentos pésimos, pero con ligeros golpes de optimismo. La crisis sigue ahí, especialmente en algunos sectores y, sobre todo, con la cifras de paro insoportables. Por eso sigue cundiendo el desasosiego y el desconcierto. En todos los rincones se ha vivido con zozobra, menos un grupo de privilegiados ricos que se han hecho más ricos, demostrando que las diferencias aumentan entre clases sociales y la clase media, tan determinante para una sociedad equilibrada, sufre por arriba y por abajo.
2014 ha seguido siendo una pesadilla, eso está claro, y seguimos viviendo en época de vacas flacas, pero debemos asumir de forma clara que no volveremos al pasado anterior a 2008 cuando todos vivíamos mejor que los ricos de Béjar. El pasado muchas veces vuelve, y vuelve para emocionarnos, porque fue bueno, porque nos hizo vivir intensamente, pero en otras ocasiones, como ahora, el horizonte luminoso se intuye muy a largo plazo. Habrá que adaptarse, y procurar ser felices con lo que tenemos, que los lloriqueos no va a ninguna parte. (Bueno, sí, las lágrimas terminan en el mar).
Ahora ya sabemos que ni esto es Jauja, ni existió "el milagro español", ni estábamos en la Champion Ligue, ni éramos más adelantados que los italianos, más eficaces que los alemanes y más glamurosos que los franceses. Éramos nuevos ricos sin fundamento al calor del ladrillo, la especulación y la mentira política. La crisis nos ha asentado la cabeza al menos para reordenar nuestras vidas sobre bases más realistas y serias.
La alegría siempre duró poco en la casa del pobre. Y en esas estamos, volviendo a la cuchara y dejando la cocina de Ferrán Adrià y compañía para los potentados. Este año se han sacrificado en los pueblos más cerdos que antes de la crisis. Se vuelve a hacer la matanza para que regresen los días de la abundancia. Está claro que no hay mal que por bien no venga. ¿ Hay algo mejor que un chorizo de pueblo?, o ¿ un pernil de dos años de curación aunque sea cerdo blanco? Y los coscarones, y las chichas, y el lomo de olla entre manteca?; servidor, como es de pueblo, lo tiene claro, es decir, encantado de regresar a lo mejor del pasado rural. Que Madrid es muy grande llena de restaurantes y políticos, de acuerdo, que Barcelona es la ciudad del diseño y la elegancia, una ciudad única, perfecto, pero lo pequeño y rural tiene otro aquel. Y me encanta. Es más, como dice un amigo mío, los de pueblo somos seres superiores?; al principio me reí, pero bien pensado a lo mejor tiene razón porque los de pueblo siempre podemos ser de ciudad, pero los de ciudad jamás sabrán entender las entretelas de un pueblo. La vida en el mundo cada vez es más urbana y menos rural, tal vez por eso hay tanto desastre, tanta crisis y tanta corrupción.
O sea, que despedimos 2014 sin dolor, aunque le agradecemos las cosas buenas, que las ha tenido, como ese acuerdo Estados Unidos-Cuba, y el pequeño descenso del paro, o el crecimiento leve del PIB, o que esté regresando el crédito a las empresas, de momento a las grandes, pero es el paso previo a las pequeñas?Ahora vamos a entrar en 2015, año electoral, municipales, autonómicas y generales?, año de mucha verborrea política y mucho populismo. Se avecina un año lleno de promesas, y sorpresas políticas? y más esperanza. De momento, adiós 2014. Gracias por habernos dejado vivirte.