OPINIóN
Actualizado 27/12/2014
Fructuoso Mangas

Navidad. Sólo la palabra es ya una cascada de imágenes, referencias y hasta contradicciones. Quienes fueron dando pasos hasta llegar a la fijación de la fecha allá por el siglo III no podían pensar en esta inundación total a la que hemos llegado, desde el Adeste fideles sonando en el Centro comercial hasta el Rey o el Papa o Presidentes de medio mundo con sus mensajes de navidad, sin olvidar los conciertos que en estos días se amontonan unos sobre otros o los grupos cristianos que intentan mantener el espíritu de lo que la Navidad era cuando fue.

La celebran por supuesto, aunque con algunas diferencias de fechas por culpa de la reforma gregoriana del calendario, todas las iglesias cristianas históricas con distintos aditivos y derivaciones. Y la celebran, también con variantes y a su modo, todos los países del mundo hasta el extremo más oriental con festejos, decoraciones y descansos laborales. Y es de justicia destacar la enorme riqueza artística, sobre todo en literatura, música y pintura, que la Navidad de Jesús ha inspirado.

Todo esto, y mucho más, debiera ser suficiente para que cada generación conozca los hechos y las tradiciones y tenga acceso a su sentido y a sus pretensiones desde la historia milenaria de occidente. Esto es ilustración y libertad. Tiene su ironía, por usar de benevolencia al elegir la palabra, que en los espacios estatales y/o públicos esté mal visto (por los veedores de oficio, que no por el pueblo) y en algunos prohibido (por los prohibidores de oficio, que no por la gente), todo acto o referencia a esos hechos que el mundo entero celebra aunque sea en modos tan diversos como por otra parte no puede ser de otra manera. Y sucede que mientras, un ejemplo entre dos mil, el Stadhuis de Amsterdam, aquí Ayuntamiento, coloca varios "belenes" en la ciudad junto otros adornos de otras procedencias, por aquí nos cuesta más cada año hacer con normalidad ese elemental homenaje a una historia tan de casi todos y cargada de la humanidad más limpia que se puede echar uno a la cara de la razón. Así estamos, en un extraño analfabetismo reaccionario que va y viene y que no acertamos a superar.

Y como cristiano no puedo menos de destacar, en primera línea aunque sea ya el final, lo que celebramos, con torpeza pero resistiendo, en estos días, cada uno a su medida y consigo mismo y junto a los demás en fiestas y celebraciones. Es Dios mismo que se abaja y se acomoda a nuestra medida, se achica hasta tomar nuestra pequeña estatura, increíblemente se humaniza hasta la última línea de la humanidad. Por eso lo del pesebre y de noche y en las afueras y en Belén y en Judea (¿se puede caer más bajo?) y en la medida de niño más bien pobre? son rasgos que nos revelan la grandeza de lo que celebramos: Dios con nosotros, en hebreo Inmanuel, en arameo Amanuel y en castellano Manuel, en catalán Manel, en asturiano Nel, en valenciano Nelo, en euskera Imanol, en gallego Manoel, etc?  En este nombre está la historia más bella jamás contada. Ah, aunque la celebremos una noche y un día, la extendemos como podemos por todos los días del año.

Por eso, aun sin conocer o aceptar los hechos, estamos todos de fiesta y también por eso no pocos, intentando celebrar lo que para nosotros significa, estamos también de fiesta por todo el mundo. Y Fiesta grande.

Y nos decimos con razón ¡Feliz Navidad!

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Navidad, con matices