El próximo invierno comenzará el martes 22 de diciembre a las cero horas y tres minutos hora oficial peninsular, según cálculos del Observatorio Astronómico Nacional (Instituto Geográfico Nacional).
En ese preciso instante se iniciará un nuevo ciclo de vida, como lo viene haciendo un año tras otro desde hace milenios. En todas las épocas los hombres han deseado que la nueva etapa sea mejor que la anterior ya fuera antes o después del escurridizo año cero, se celebrase el solsticio de invierno o la Navidad, que tanto da, ya que en ambos casos se trata de un nuevo nacimiento: el del nuevo año, en el que todos esperamos que las cosas vayan mejor que el anterior, quimera que cada solsticio o Navidad repetimos a sabiendas de que, casi seguro, será sólo eso: un deseo inalcanzable.
Por ello hoy no voy a quebrar, querido lector, tu buena disposición con otro de mis exabruptos pretendidamente literarios en contra de cualquier barrabasada que se haya producido o se esté produciendo en cualquier lugar de este, nuestro querido planeta, hoy simplemente te regalo la foto que acompaña este escrito tomada en el museo de escultura al aire libre que está a pocos metros de mi casa en Morille. Se trata de una fotografía realizada durante los días de solsticio del año pasado a una de las obras escultóricas de uno de los más grandes y, paradójicamente también, uno de los más ignorados artistas que tenemos en Salamanca: Ángel Mateos.
Espero que te haya gustado.