OPINIóN
Actualizado 16/12/2014
Francisco Delgado

El recién llegado sigue explorando Salamanca y descubre que hay muchas Salamancas. Unas le atraen más que otras. Esta semana ha descubierto dos, distintas en todo, en la ubicación, en los valores que las sostienen, en el modo de entender el placer de vivir, la cultura, la convivencia?Una ha desplegado sus atuendos multicolores y chillones en la Plaza Mayor, ocupando toda una tarde y noche de alcohol y algarabía. La otra se ha mirado a sí misma, en la belleza del paisaje de encinas y prados, en la arquitectura  que respeta tanto la naturaleza,  que se convierte en parte de ella.

Una de las dos Salamancas es la compuesta por los estudiantes universitarios, supuestamente adelantada, supuestamente joven. Pero su adelantada Nochevieja es tan vieja como los últimos veinte siglos. No se diferencia en nada de la que puede ser la de la Puerta del Sol madrileña, o la de cualquier plaza de cualquier ciudad española. Excepto en las dos semanas largas de adelanto. No aporta nada a la identidad salmantina. Unas cuantas imágenes para la televisión y para los periódicos locales.

La segunda Salamanca, la que une en un todo campo charro, belleza, cultura, poesía, está a muy pocos kilómetros de la capital. No da lugar a fotos coloristas para "los media", no ofrece nada espectacular, sino toda la esencia de la vida; ayer era un día oscuro, lluvioso, de invierno y todo lo que veían los ojos del recién llegado en aquella finca, en el exterior de  prados con toros y caballos pastando, de encinas dispersas por  suaves colinas, de huertas en barbecho esperando la lejana primavera, y en el interior, de piedra y hogares encendidos, de  belleza en cada pequeño detalle de la vivienda, todo era hermoso. También lo eran sus propietarios, que trabajan el campo, el huerto,  las palabras, hasta convertirlas en poemas, en libros de poesías o de relatos adheridos a sus paredes. El recién llegado y el numeroso grupo de amantes de la literatura recibieron mucho alimento, tanto real - el mejor cocido de la comarca -, como metafórico: entrañable hospitalidad, afectos, sonrisas, abrazos de despedida.

Esta segunda Salamanca es el sabroso fruto de unas gentes que saben mezclar la naturaleza y la cultura, lo práctico con lo bello, la sencillez con la sabiduría. La Salamanca que enseña vida y ciencia.

La primera, la de los estudiantes celebrando una anticipada nochevieja, es vieja y vacía, como todo lo que no ha nacido en la tierra; sino del consumo y de alegrías impuestas.

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