"Qué facil es convertir la Navidad en vanidad. Solo hay que cambiar el orden de las letras", - decía en una ocasión Fructuoso Mangas. Este sencillo juego de palabras hace que nos preguntemos: y nosotros ¿en qué orden ponemos las letras?
La Navidad se acerca y los centros comerciales están llenos de gente. Personas caminando deprisa entre las estanterías de la jugetería o llenando la cesta de los mejores turrones y los dulces más exquisitos, o comparando los precios de los árboles de plástico. ¿Qué vestido elegir para la cena navideña? ¿Qué platos irán mejor? En fin: preparaciones para la Navidad.
"Preparad los caminos del Señor" - leíamos en la oración del pasado jueves. Preparaos para su llegada. Él vendrá y nos llenará de amor y de alegría. Porque ¿cómo no alegrarse si Dios nos ama tanto que se hace uno de nosotros? Dios que es tan grande, se hace pequeño y vulnerable. Ese niño que se acurruca en los brazos de su madre. Que no ve a su alrededor adornos caros ni mesas repletas de comidas exquisitas. Solo ve a su familia y respira el amor que hay en el aire.
Y esta es la Navidad. Qué fácil es confundirnos, cambiar el orden de las cosas. Poner los regalos, comidas y otros bienes materiales por encima del auténtico regalo de Navidad - el amor. La mejor forma de prepararse para la Navidad es esta: amar, compartir...Pensar en las personas que necesitan nuestra presencia y nuestra ayuda, en los que cambiarían todos los adornos navideños por un cálido abrazo, en los que se sienten solos y tristes, en los que necesitan sentir la alegría...¡Cuánto amor nos queda por repartir!
Pongamos las letras en el orden correcto.
Se acerca la Navidad.
El amor nace.
¿Estamos preparados?
Arina Esse, desde la Pastoral Universitaria