OPINIóN
Actualizado 12/12/2014

Hace ya algunas semanas, sentada en el sofá y con la manta hasta la nariz, cansada de hablar por teléfono, de escuchar problemas ajenos que constituyen parte de mi trabajo?y de la vida, me dispuse a ver la televisión. Era lunes, lo recuerdo perfectamente, y en  la primera cadena aguardaba impaciente un nuevo capítulo de "Isabel" y a la espera de su comienzo ojeaba una revista, y me llamó poderosamente la atención lo que estaba escuchando en la tele. Centré mi atención en ello, en aquella historia que se estaba narrando, en aquella mujer que animaba a su marido a felicitar al amigo que había tenido suerte aunque la vida no estuviese siendo tan generosa con ellos.

Aquel  hombre, de ojos tristes y de débil aspecto, quizá porque la fortuna le había dejado a su suerte, bajó al bar de su amigo a celebrar la dicha de otros. Al llegar allí, ese hombre bueno, que a pesar de su infortunio priorizó su amistad, encontró en su amigo, otro buen hombre, una generosidad difícil de creer en los tiempos que corren. Su amigo, el que día tras día participaba con él en sus penas, sinsabores, preocupaciones?mientras le sirve su cafelito, no se había olvidado de ese señor que cada mañana, tarde o noche compartía un ratito de su vida y de su mundo con él y le había guardado la lotería que quizá este año no pudo comprar porque los veinte euros eran más necesarios para comer.

No pude evitar emocionarme, se me puso un nudo en la garganta y me reconcilié con el ser humano en un día de esos en que crees que no existe gente así en el mundo. Me sentí bien, quise creer que en el mundo real la situación de la ficción era posible.

Durante días seguí meditando sobre lo que había visto, sobre el sentido de fondo de aquella historia. Se pretendía anunciar la lotería, como cada año, pero este año, aquel anuncio decía muchas cosas más. Porque, ¿qué es la lotería? Obviamente, una cantidad de dinero (mayor o menor) que a todos nos encantaría tener la fortuna de ganar, para tapar agujeros, para cumplir algún sueño, para ayudar a la familia?la lotería en forma de décimos es sólo eso, pero la lotería?la lotería nos ha tocado muchas veces sin ser conscientes de ello.

Que te toque la lotería es nacer en un hogar en que se te desea y en el que te ayudan a crecer y convertirte en quien eres, es encontrar un lugar en el mundo que te haga dichoso, es compartir horas, días, años con gente a la que amar y que te amen,  es saberse seguro, es sentirse tranquilo?y si eres tan afortunado de tener todas esas cosas que han ido llegando poco a poco, en forma de invisibles décimos premiados, entonces podrás tener la ilusión de que te ha tocado un décimo del Gordo de Navidad.

Compraré mis décimos, como cada año, con la ilusión de que me tocará y de todo lo que sueño hacer con ello, pero?si no me toca, no podré decir  qué mala suerte porque, a Dios gracias, me han tocado muchos, pero muchos, Gordos en la vida.

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