A pesar de que los síntomas son más acusados en artistas que tienen que ponerse frente a muchas personas y que sienten que van a ser evaluados, el miedo escénico aparece también en conferenciantes y en cualquier persona que tiene que exponerse a una situación en la que sus palabras o acciones van a ser sometidas a análisis por parte de los otros. Por ejemplo, nos puede entrar pánico escénico en una entrevista de trabajo o en una declaración de amor.
A decir verdad, aunque el individuo piensa que sus acciones van a ser analizadas, entran en juego factores como: el qué dirán, el miedo al rechazo social y la valoración que cada uno tenga sobre sí mismo. Esto se conoce como fobia social y no está en los demás, sino en nosotros mismos.
Algunos estudios hablan de los síntomas de la alteración de la realidad, que pueden ser:
A nivel fisiológico: Taquicardias, sudores, ganas de ir al baño, jaquecas, sensación de tener la boca seca, escalofríos o ruborizarse, entre otros.
A nivel cognitivo: Falta de memoria, creer que se va a fracasar, confusión en las ideas, falta de concentración y temor al ridículo, en general.
A nivel de conducta: Evitar la acción, tics, tartamudeo, excesiva velocidad al hablar, bajo volumen al hablar, grandes silencios, etc.
Se puede llegar a evitar, en una gran medida, todos estos síntomas si hacemos algunos ejercicios de preparación ante el evento. Los mejores consejos son: estar positivo, visualizarnos haciéndolo bien, llegar con tiempo al lugar del acto, no tomar bebidas excitantes, y hacer algunos ejercicios tanto físicos como de respiración.
Imagino que a todos os sonará el caso de Pastora Soler, que se ha dado a conocer hace unos días. Ella, tras varios episodios de miedo escénico en alguno de sus conciertos, ha decidido retirarse de los escenarios temporalmente hasta conseguir controlar los síntomas de la fobia.
En mi opinión, creo que puede ser una decisión poco acertada, puesto que cuanto más tiempo pase lejos de los escenarios y de una actividad dentro de la cotidianidad, más difícil será ponerse en marcha de nuevo en su actividad, por no hablar de la tensión que se generará el día de su retorno por los medios de comunicación y el público.