OPINIóN
Actualizado 09/12/2014
Emiliano Tapia

 Me refiero a la vergonzosa actitud que desde hace unas semanas han comenzado a utilizar los más privilegiados de este sistema socio ? económico y político con quienes parece que les comienzan a  mover la silla del poder; y, solamente, porque dicen que quieren llevar a cabo lo que ellos ni han querido, ni han sabido, ni lamentablemente han pretendido hacer durante varias décadas.

Ni esta democracia, ni esta Constitución, ni este sistema de partidos,  ni esta organización del estado y de las  autonomías, se han tomado nunca en serio los derechos fundamentales de todas las personas, es decir, el acceso incondicional de todas las personas a la comida, a la  vivienda, a la salud y a la  educación. Como tampoco lo han hecho para favorecer unas relaciones sanas y de mayor igualdad entre las personas y los pueblos. Como tampoco lo han hecho para avanzar en el reparto de la riqueza y de otros bienes sociales. Como tampoco lo han hecho para posibilitar una gestión más participativa y comunitaria del ejercicio del poder.

El servicio y sometimiento incondicional a los poderes económicos ha dominado vergonzosamente toda forma de ejercer el poder político; derechas, izquierdas y centros han seguido sus dictados haciendo de esta democracia un sistema que se va adecuando fielmente a sus peticiones y propuestas, dando la espalda a todo lo que no sea el dios dinero y su  mercado; no se ha dudado en silenciar, en mentir, en ocultar, en cambiar, en reprimir, en marginar? con tal de servir a quienes han determinado que "quien se mueva (de estos planteamientos irrenunciables),  no sale en la foto".

EL empobrecimiento se ha  asentado en colectivos y espacios enteros, y antes al contrario de salir de él, se ha multiplicado en los últimos años hasta contemplar y ver realidades escandalosas e intolerables. Más riqueza que nunca, pero las  mayores diferencias sociales conocidas; más tierra abandonada y sin producir que nunca, pero más familias sin alimentación que nunca en los últimos 20 ó 30 años; más recursos educativos, culturales y sociales que nunca, pero más personas que nunca criminalizadas en las cárceles; más instrumentos, recursos y procesos culturales que nunca, y, sin embargo, se elaboran leyes más duras y represivas que en ningún otro tiempo más cercano; más negocio que nunca en la construcción, y, sin embargo más dificultades que nunca en el acceso a una vivienda digna.

Una tercera parte de la sociedad en la que hoy vivimos, a nivel global y local, está abocada en muchos casos "a pudrirse",  a no poder salir y tener que continuar sufriendo sin otro horizonte estas consecuencias de un sistema que no sabe y probablemente no puede vivir sin estas situaciones de empobrecimiento de las personas. Y, si las personas no cuentan, ¿para qué queremos tanto montaje económico y social, político y cultural, y hasta religioso?

Es evidente que "sirve para lo que sirve", es decir, para quienes procuran que la justicia siempre esté de su lado y además lo logran y tienen recursos para ello; para quienes siempre ocultan y nunca hablan de que España es el país desarrollado en el que más ha crecido la desigualdad y en el que más ha crecido, igualmente, el número de personas presas por habitante; para quienes se muestran insensibles ante las muertes y las desapariciones, y van más de 20.000 personas, en las pateras que intentan pasar el Estrecho; para quienes, como sucede en Salamanca, han conseguido un número escandaloso de viviendas vacías, y, sin embargo, aumentan los desahucios en un 19% ; para quienes defienden "a capa y espada" a sus amigos cuando se ven en la encrucijada de acabar en la cárcel; para quienes no dudan en crear estructuras como el Banco de alimentos como estrategia para tener sometidos a los más pobres; para quienes? ¡No les queda autoridad para decir casi nada!

Están dando señales de que no aguantan otras formas de entender la democracia, de entender  la sociedad, de entender la justicia, de entender los derechos de todas  las personas, y sobre todo de las empobrecidas. No quieren "aguantar" una sociedad comunitaria para todas las personas, donde ellas sean una más. Se ponen  "nerviosas" y parecen seguras de encontrar la trampa o las trampas necesarias para "que nadie les mueva el sillón".

El toque de unidad y de todos a una que se han dado, es el de "acoso y derribo", "que viene el mayor enemigo" . Probablemente, casi seguro, que tampoco Podemos o Ganemos, o quienes sean, tienen la solución, como nadie la tenemos, para lograr los mejores caminos y herramientas que hagan posible una sociedad que acoja a todas las personas;  pero ,  ¿porqué no respetarles en sus propuestas?, ¿porqué no escucharles con actitud crítica, pero respetuosa?, ¿porqué no creerles que van con actitud sincera y con espíritu constructivo y valiente?, ¿porqué seguir comunicando  que son  nuestros máximos enemigos, que van a acabar con todo y esto va a ser un caos?

No sé si estas organizaciones sociales y políticas podrán aportarnos las mejores propuestas, pero sí sé que nos encontramos en un momento donde desde distintos lugares y espacios debemos poner todo lo necesario para construir otras formas de sociedad, donde como tantas veces, y así lo estamos escuchando en algunos contextos, la persona y todas las personas volvamos al centro del  hacer humano.

 

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