OPINIóN
Actualizado 07/12/2014
José Luis Puerto

Pese a que no seamos conscientes de ello, el mayor don que poseemos todos es el de la luz solar. El sol vive de continuo en ascuas y, debido a su fuego, siempre desprende de sí, en expansión por su cosmos, al que pertenecemos, una continua luz, que es vida.


    Recuerdo que un día de invierno, en una peluquería del arrabal mirobrigense, donde me gusta ir a cortarme el pelo, pues allí acuden campesinos de la zona y escucharlos es una verdadera fortuna, pues es la mejor escuela de filosofía a la que puede cualquiera acudir, y también de buen uso de la lengua..., pues un día invernal, cubierto por la niebla, en el que el sol pugnaba por imponerse, todos aquellos campesinos, miraban al exterior, desde los cristales de la puerta de la peluquería, para ser partícipes de aquella pugna entre el sol y la niebla; y, de repente, uno de ellos, llegó a exclamar:


    ?Qué tendrá el sol, que todos lo esperamos.


    Tal expresión aludía, de modo intuitivo, a nuestra necesidad de la luz. Estos días de adviento, la luz desciende hacia el solsticio de invierno, decrece la duración lumínica de los días y se apodera de todos la impresión de que todo se vuelve noche. De ahí que, en el calendario, se haya fijado la fiesta de Santa Lucía, esa santa protectora de la luz, precisamente en estos momentos declinantes de diciembre; como si necesitáramos que algún ser divino nos librara de esa noche permanente que tanto tememos.


    ¿Y no servirá esta pugna entre el día y la noche, entre la luz y las tinieblas, como metáfora o símbolo de lo que es la sociedad española hoy?


    ?Qué tendrá la luz, que todos la esperamos.

 

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Las melodías de la luz