OPINIóN
Actualizado 06/12/2014

El pasado miércoles se celebró el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, día que desde 1992 trata de sensibilizar sobre la situación de este grupo social y hacer un llamamiento al Compromiso Social. La confederación que engloba a todas las personas, familiares y asociaciones del sector de la discapacidad (CERMI) ha dedicado dicho día a sensibilizar sobre el trastorno y/o efecto adverso que está produciendo el copago farmacéutico, dado que para muchos de ell@s ha supuesto un aumento de gastos y que su disponibilidad mensual, una vez cubiertas sus necesidades básicas, queden en cantidades como 10, 20 y 30 ?. Lógicamente, esto condiciona su ocio, su tiempo libre y su Calidad de Vida. Es decir, vuelven a estar como antaño, a tener que quedarse en casa o en sus asociaciones e instituciones como si estuvieran en una guardería cuando son personas adultas. Ante estas personas se han tenido históricamente distintas actitudes, muchas de ellas superadas, como el exterminio, el desprecio y la marginación; aunque sigue existiendo el paternalismo y la caridad.

En nuestro país, desde la Constitución del 78 y en base al artículo 49, los poderes públicos están obligados a llevar a cabo políticas de previsión, tratamiento y rehabilitación y, como consecuencia, se ha elaborado legislación que trata de hacer efectivo este Derecho Social, como la ley de integración de las personas con discapacidad (LISMI, 1982), la igualdad de oportunidades (LIONDAU, 2003), la ley de autonomía personal y dependencia (Ley de Dependencia, 2008). A nivel internacional, nos obliga la Convención de Internacional sobre los Derechos de la Personas con Discapacidad. A la situación actual se ha llegado gracias al esfuerzo de todos; pero no se ha aprovechado la bonanza económica de las últimas tres décadas y aunque se iba por el camino correcto; pero despacio, sus resultados suponían avances en el desarrollo de ciertos niveles de bienestar; pero llegó la crisis y los recortes, y con éstos, un retroceso significativo impropio de un país desarrollado dada la situación de desventaja social de los que no pueden defenderse a sí mismos y, por tanto, dependen del esfuerzo y de la solidaridad del resto. Lo que ha sucedido en estos años, nos desvía del camino emprendido porque se ha errado en las prioridades y porque siguen existiendo gastos innecesarios que deben suprimirse dado que sólo se justifican en base a intereses complejos que no son los de todos. Es decir, no es lo que nos conviene como Sociedad. Las Administraciones Públicas que se sostienen con los impuestos de la mayoría silenciosa de la clase media requieren de decisiones efectivas y eficientes; pero también de gastos sociales de solidaridad con los más débiles para que la redistribución del gasto busque la igualdad, la equidad y el fortalecimiento de los pilares básicos de una Sociedad, como son la Educación; La Sanidad, la Justicia y Lo Social. Entre otras razones y evidencias porque por buena que sea la situación socioeconómica no van a dejar de producirse situaciones de incapacidad y personas con discapacidad. Por causas imprevisibles como el azar de las mutaciones genéticas, por la multicausalidad de los accidentes de tráfico, laborales, deportivos y de ocio; pero también por la alta prevalencia enfermedades crónicas y/o degenerativas en las últimas etapas de la vida.

Actualmente las personas con discapacidad gozan de mayor visibilidad, forman parte de la Sociedad e incluso han sido incluidas en las listas electorales y son ediles de algunos Ayuntamientos; pero las inconsistencias sociales existentes en la mayor parte de los presupuestos municipales y Comunidades Autónomas hace que este proceso de imagen no haya conllevado nada significativo en la efectividad de sus Derechos y, su causa no se debe a la falta de solidaridad y compromiso de la población sino en la alta prevalencia de gente inconsistente e incompetente en sitio inadecuado.

Es de esperar que en las próximas décadas se produzcan nuevas oportunidades para desarrollar una de las pocas ideas brillantes de los últimos años, el cuarto pilar del Estado del Bienestar, el Social. Hoy es más una teoría que una realidad y, un país fuerte, avanzado y moderno requiere del valor añadido que supone la integración social de las Personas con Discapacidad y porque ésta pone de manifiesto la Solidaridad y el Compromiso Social.

 

JAMCA

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