Echo de menos esas carteras tiradas en el suelo haciendo las veces de portería en cualquier espacio donde pudiera rodar un balón, una plazuela, un parque, un descampado? Antes todo lugar era idóneo para "hacer un partidillo" con los amigos
Ahora las madres no han de preocuparse porque sus hijos lleguen a casa con los zapatos rotos por dar patadas a un balón, los comerciantes no temen que un objeto volador, en un principio, no identificado, se estrelle contra sus escaparates, ya esos viejetes gruñones no se quedan con la pelota cuando se cuela una y otra vez en su patio .
Ahora el tiempo libre de los niños lo ocupa el whatsapp, el faccebook, el twitter, el móvil o la "play".
Son los tiempos del deporte virtual, tiempos, donde la creatividad viene determinada por un programa informático que se hace realidad solo con mover los dedos.
El otro deporte se practica de forma preestablecida, con unos horarios, con unas pautas, con unos entrenadores que marcan y dictan las normas, dejando poco o nada de espacio a la creatividad, a la espontaneidad, a esas cualidades que diferencian a unos jugadores de otros y que normalmente nacen y crecen cuando el juego es libre, cuando nadie les dice lo que han de hacer o como hacerlo, cuando surgen del fútbol de la calle.
En ese fútbol se generaba la originalidad, la iniciativa, la picardía deportiva bien entendida y se desarrollaba porque nadie que les corregía, se perfeccionaba porque se practicaba día tras día y sin miedo a equivocarse en lo que se estaba intentando.
Ahora el fútbol parece otra clase más, otra actividad extraescolar y cada vez se ven menos niños con esos destellos que les hacen subir un peldaño por encima de los demás y a los que aparecen e intentan hacer algo nuevo, algo distinto, se les reprocha y recrimina la acción, lo que conduce a la automatización del juego, a la robotización y a terminar apagando esa estrella tan necesaria que distingue lo mediocre de lo bueno, lo bueno de lo magnífico?
Lo echo de menos.