CULTURA
Actualizado 02/12/2014
Isaura Díez Figueiredo

"Una necesidad vital para expresar lo que llevo dentro", afirma la escritora

Contesto como haría Jorge Semprun: Si supiese por qué escribo, tal vez no escribiría, o también como Mario Vargas Llosa: Es el centro de lo que hago? y yo necesito escribir.

Nos dice  la Biblia: en el principio fue el verbo? así lo recoge Juan en su evangelio. Es la Palabra que conforma el mundo, el nombre que todo lo explica, pero puede que tampoco fuera de ese modo y que antes que el Verbo, hubiera galaxias, cielos, mares, noche, día, firmamentos; no obstante si nadie supiera como nombrarlos? no eran nada, entonces se dijo: al principio fue verbo y a esa expresión bíblica, le siguió el ciego

Homero, las dudas de tantos filósofos, el amor, la guerra que nos dejaron relatada en la Iliada,el delirio del Quijote o la soledad de Macondo

Seguramente después de obras tan grandes, no hiciera falta nada más y "Baladas de la duda" no estaría dentro de poco, intentado llevar sosiego o dudas a los corazones bregados, pero aquellos cimientos -los clásicos- sólo eran el armazón del templo, y las nuevas generaciones fueron eslabones que formaron una cadena ininterrumpida, surgieron nuevas preguntas y cada una resultaba un problema, nuevas palabras, nuevos conceptos y detrás de cada registro como se diría en música, estaba un escritor.

Y ¿para qué escribir? Para contar, para amar, para entendernos, para conocer, para saber, por  miedo, por necesidad, para sobrevivir, por costumbre, por vivir otras vidas.

Porque  escribir es desasosiego, duda, porque es saber que uno quiere respirar y amar, y sufre y se solidariza, porque es dolor y placer, ser vinculo en el tiempo.

Los grandes se creyeron casi dioses cuando exploraron todos los delirios y las pasiones de sus criaturas ¿por qué escribo en SALAMANCArtv AL DÍA? para emularlos, para parecerme a Loynaz, para meditar como Descartes, Chesterton, cuya obra nos envuelve en una paradoja sin final, o como dice Borges para adentrarme en laberintos y no necesariamente para salir de ellos, o, porque estamos aquí deseamos estar allí dice Tabucchi. Para emular la infancia, para inventar historias o para disfrutar de una palabra que se nos queda corta dice Ken Follet

Para que la memoria se fije y haga surgir los recuerdos y las imágenes cuenta Pombo o para retornar a otras vidas, por afición y por aflicción.

Cada palabra es agua, y vida, y el tiempo se la lleva; poesía  dice Gil de Biedma: erosionamos el lenguaje en la forma que el idioma lo permite, maltratamos el verbo, lo fustigamos, lo castigamos hasta estrangularlo para resucitarlo después, como dice el evangelio.

Escribo para entenderme, para que las heridas cicatricen, para que el amor no se termine, para tener alas y convertirme en pétalo.

Para que el vino agrio se vuelva dulce, para tratar de encontrar vida en el silencio de la niña ingenua que aun sigue en la edad de los porqués.

Y también porque un grupo de amigos: Verónica, Alencart, Pilar Labrador y Miguel Elías insistieron en que nunca deje de ser la voz venida de antiguos plañideros celtas, disfrazada con  cada palabra en cada verso.   

Isaura Díaz Figueiredo

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