OPINIóN
Actualizado 02/12/2014
Emilio Vicente de Paz

Parece ser, que en esta, nuestra querida España, lo de dirimir diferencias a garrotazos así como las luchas fratricidas, nos viene de muy antiguo. Es muy posible, que si algún erudito investigara a fondo el origen de Caín y Abel, terminara descubriendo que eran españoles.

Hoy, como siempre, los españoles nos empeñamos más en destruir la casa ajena que en construir la propia. Disfrutamos más viendo como pierde el equipo contrario que con la victoria del nuestro.

Es muy conocido el chiste aquel en el que le dicen a una persona que pida lo que quiera, que le será concedido. Pero hay una condición, y es que al vecino le darán el doble. Pidió quedarse tuerto. Por supuesto que, a quien le hicieron la oferta, era español.

A nuestros políticos, como buenos españoles, les pasa lo mismo, están más empeñados en criticar y atacar al otro que en remediar los males de nuestro pobre país. Les importa más hacer caer al otro, que levantarse él mismo.

No es que sea malo que entre ellos se critiquen y saquen los trapos sucios, lo malo es que lo hacen con la única intención de echarles del sillón, para inmediatamente ocuparlo ellos, y que la rueda empiece a girar de nuevo. La solución del problema les importa un bledo. Es más, a más problemas, más oportunidades.

En más ocasiones de las que sería deseable, hemos escuchado decir a algunos dirigentes políticos frases como: hay que echarles del poder; tenéis que votarnos para que se vayan a sus casas; no podemos permitir que sigan gobernando y otras lindezas por el estilo. Pero nunca dicen cómo solucionar el problema, nunca hablan de unirse para ser más fuertes e impedir que partidos muy minoritarios les mangoneen, y les saquen hasta lo que no tenemos. Partidos, que una vez nos han sacado hasta las entretelas y cuando ya no queda ni una miga en el arcón, nos dicen adiós con una sonrisa de felicidad que da gusto verlos.

Si realmente tuvieran interés en solucionar alguna de las muchas calamidades por las que estamos pasando, lo tendrían fácil: unirse, acordar medidas, aplicarlas con rigor, limpiar las poltronas de tanto chorizo, corrupto, ladrón, sinvergüenza y otros especímenes similares que habitan en las altas esferas y que tan dañinos son para nuestra sociedad. Luego, si queda alguien, que gobierne con trasparencia, honradez y dignidad.

Pero no, eso no les interesa, lo que les interesa es desprestigiar al otro para derribarle del pedestal y subirse ellos, porque solucionar el problema de raíz, sería un éxito para el que estuviera en ese momento en el poder, lo que le garantizaría, a buen seguro, el volver a salir elegido y eso no gusta a la oposición, sea quien sea.

De lo que se trata no es de solucionar nada, no es de hacer la vida más fácil y justa a los ciudadanos, lo que interesa, de lo que se trata, en el juego de la política, es derribar al otro para ponerme yo. Todo lo demás son  pamplinas.

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