OPINIóN
Actualizado 02/12/2014
Ana Higles

Érase una vez una tarde fría y lluviosa de noviembre y una persona delante de un ordenador.

En la pantalla del ordenador, en una lenta sucesión, una imagen tras otra evitaban el vacío. La carpeta se llama "fotos" y éstas han conseguido absorber a la persona dentro de su ajetreado horario de cada día. Esta persona, aunque a veces se siente importante, vuelve a ser poco más que una personita ante las imágenes que deambulan ante sus ojos.

Son fotos, una pequeña serie, que cuentan una historia que pasó hace ya años. Su propia Historia y la de aquellos que la conformaron. La persona echa la vista atrás, aunque en realidad no ha dejado de mirar a la pantalla, y se da cuenta de lo que fue, lo que es y consigue vislumbrar lo que puede llegar a ser. Al menos, lo que le gustaría ser. Curiosamente, su idea no ha cambiado demasiado.

Aunque el camino no ha sido bonito. Esta persona ha aguantado y sufrido. Ha escuchado el "tú no puedes" dentro y fuera de su cabeza tantas veces... Se ha sentido parte de ninguna parte demasiado tiempo.

Pero ahí está, años después, una fría y lluviosa tarde de noviembre echando la vista atrás, viendo pasar las fotos de los años en que era, simplemente, feliz. No tenía grandes problemas, disfrutaba de sus retos, sonreía sin obligarse a hacerlo. Esa tarde, ante una foto, se encontró sonriendo de la misma forma a como lo hacía antes, con la misma sensación.

Esta persona, orgullosa de haber sido esa personita una vez, miró la foto una vez más. Le dijo adiós al "tú no puedes" y sonrió. Sin más. 

 

 

 

 

 

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