Cual las aves voy surcando por los cielos,
qué belleza la que encierra mi país;
entre nubes hoy me han llevado los vientos
nada menos que a la Villa de Madrid.
Las fuentes de La Cibeles y Neptuno,
atalayas donde paro a descansar,
son tan bellas que me parece oportuno
contemplarlas y mi alma refrescar.
Me siento tan feliz
de haber surcado el cielo de Madrid;
mi sueño se cumplió,
cuántos encantos hay por descubrir.
Estando, aquí, en Madrid,
no hay nada más que pueda yo pedir,
sino pasear por el Parque de El Retiro,
a la sombra de los pinos
y, entre trinos, distinguir,
un chotis que brote de un organillo
y, entre nardos y tomillos,
enamorarme de ti.