La vida es del color del cristal con que se mira, podemos poner el cristal que queramos y hay quienes nos ponen cristales que nos hacen ver la vida de otro color.
La capacidad que tenemos de interpretar lo que nos rodea nos permite ver las cosas de manera positiva, negativa o neutra, así que tenemos el potencial dentro de nosotros para que nuestro día sea de color de rosa, negro o, como decía la canción de Luz Casal, a veces no es ni gris ni negro, es sólo marrón, día de bruma en el corazón.
Pero además de la propia capacidad de modificar la realidad para ajustarla a nuestro estado de ánimo también éste se ajusta a través de las personas que nos rodean que nos influyen de tal manera que son capaces de pintarnos de rosa el día más negro y, por desgracia, también lo contrario.
En la foto aparecen los lápices de colores de mi hija Lola, los que utiliza para sus dibujos, en los que se entretiene horas y horas hasta que los acaba y se acerca a enseñarlos con una sonrisa que no le cabe en la cara; "mira papá"
Hace unos días, un poco cansado de que cada dos por tres me pida que le saque punta a uno de sus lápices, cogí su estuche y fui afilando uno a uno todos ellos, en el fondo del estuche apareció el más pequeño de todos, el rosa, casi ya no quedaba lápiz, y fue entonces cuando me di cuenta de que no sólo coloreaba sus dibujos de rosa, también lo hace conmigo; me pinta de rosa cada día marrón, cada día gris y cada día negro, lo hace con su sonrisa, con su vitalidad, con su inocencia, con sus ganas de aprender y sus juegos, todo ello es un lápiz de color rosa para mis días, desde primera hora en los que se hace la remolona y cuesta que se despierte para ir al cole, hasta por la noche cuando se esconde bajo las sábanas y dice "no estoy" esperando unas cosquillas que proboquen su risa para acabar el día y empezar sus sueños.
A veces no estoy tan cerca de ella como me gustaría, pero es capaz de seguir pintando mi vida de color de rosa, con un beso telefónico o una de sus sonrisas que me llegan por whatsapp.
Ojalá, que además de aprender a tener una mirada positiva, todos tuviésemos a nuestro lado alguien que nos pinte la vida de color de rosa.
Gracias Lola