OPINIóN
Actualizado 01/12/2014
Alfonso González

No le pegues más al niño que ya apareció la petaca.

Entré en el Instituto decidido, aunque intranquilo. Acababa de aprobar el Curso de Aptitud Pedagógica y era mi primer destino. Me dirigí a Conserjería y pregunté al bedel por la Dirección. Debía presentarme al Director del Centro. Apenas me pudo atender, estaba muy ocupado y, amablemente, me remitió al Jefe de Estudios para que me entregase el horario del profesor al que iba a sustituir.

  -¡Qué tengas suerte! ?me largó el Jefe al ver mi juventud, mientras me entregaba un papel con casillas repletas de colorines-, empiezas ahora mismo. Te toca? ?y se inclinó sobre el horario-, en 3º B; segundo piso, pasillo de la derecha, al fondo. El número y la letra se encuentran sobre la puerta.

  -Es que no tengo libros? ?me intenté zafar de aquel "aquí te pillo, aquí te mato".

  -No te preocupes. Los tienen ellos. Marcha pronto y releva al de guardia ?me apremió.

Subí las escaleras, encontré el aula, tomé aire y? "a la me cago en diez" abrí la puerta y entré.

Una profesora paseaba entre las filas y mantenía a los alumnos en un relativo silencio. Me acerqué a ella y me identifiqué.

  -¿Cómo te llamas? ?me preguntó-, si te parece te presento.

  -Marcos González ?me salió un hilo de voz.

Con el entusiasmo del que termina una guardia antes de lo que esperaba, reclamó atención, dijo mi nombre, y apretándome el antebrazo en un gesto de complicidad, se marchó.

  -Buenos días ?acerté a decir en un silencio expectante-, como no tengo libro todavía, acabó de llegar, os propongo un jeroglífico a ver quién lo resuelve.

Me volví a la pizarra, busqué una tiza en la base de latón, en la mesa del profesor, en los cajones, en el marco superior, en?

  -No te molestes, no tenemos tizas ?dijo en voz alta una alumna.

Me volví hacia ellos y les pregunté:

  -¿Dónde se consiguen?

   -En Consejería, pero nos tienes que hacer un certificado con la hora, el curso, tu nombre y la firma para que nos den dos tizas ?apuntó un alumno de la primera fila.

Pensé que me estaba tomando el pelo.

  -¿Cómo te llamas? ?contraataqué.

  -Javier García López ?respondió, y lo que te he dicho es verdad. En este Instituto te dan las tizas como si fuesen de oro.

Como toda la clase asentía seria, hice como que me lo creía; pedí papel y bolígrafo, y escribí la solicitud que me había sugerido el alumno, enviándole a él a buscarlas. Regresó a los pocos minutos con dos tizas redondas.

No le quise dar más importancia, mas al terminar la clase fui a ver al  Jefe de Estudios, convencido de que me habían tomado el pelo.

  -Efectivamente ?replicó el Jefe-, conseguir tizas en este Instituto es complicado, difícil y tedioso, pero en algún lugar teníamos que poner la línea de batalla, ya sabes "el hasta aquí hemos llegado". Otros la ponen en los borradores, o en el mobiliario, o en la falta de respeto. Nosotros la hemos puesto en las tizas, y ahí peleamos. 

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