Cada primer domingo de Adviento, la Catedral de Salamanca, en concreto la iglesia vieja, acoge la Eucaristía según el rito hispano. La misma Misa en rito romano de cualquier otro templo, la misma conmemoración del sacrificio de Cristo en la Cruz, la misma mesa a la que se sientan millones de católicos en todo el mundo. La misma en esencia y particular en la forma, que es la del rito hispano que siguieron los cristianos españoles durante un milenio. En tiempo romano, en tiempo visigodo y en tiempo musulmán. Restaurado el dominio del territorio, sólo en algunos lugares subsistió, a duras penas, la liturgia de los mozárabes, puesto que habían sido ellos, los cristianos que vivían bajo dominación islámica, quienes la habían conservado. Cisneros apostó, a finales del XV, por salvaguardarla en Toledo, donde aún hoy se sigue celebrando diariamente. También se conserva el rito hispano con regularidad en Madrid y con motivo de algunas fiestas en otros lugares, como San Ildefonso (23 enero) en Zamora, la fiesta mariana de la Expectación del Parto (18 diciembre) en la basílica leonesa de San Isidoro, o San Vicente Mártir (22 enero) en Valencia. El cabildo catedralicio salmantino también quiso cuidar el rito hispano y al mismo dedicó a comienzos del XVI la capilla de Talavera (en la imagen). Hace unos años, durante el episcopado de monseñor Braulio Rodríguez, llegó a celebrarse el triduo pascual en liturgia mozárabe. Hoy pervive el rito hispano en la Catedral en los primeros domingos de Adviento y Cuaresma.
Participar de esta celebración es la mejor forma de conocerla e introducirse en un amoroso diálogo de la asamblea de fieles con el Dios que la ha reunido. Quizá pueda sorprender una estructuración algo diferente a la del rito romano, con partes de la Misa situadas en distinto momento o desarrollo diverso de algunas oraciones. Ni mejor ni peor, sino fruto de otro contexto en la vivencia de la fe, de otra tradición litúrgica, la de la Iglesia de los primeros siglos en España, que bebe de la misma Tradición de la Iglesia universal. Incluso durante el Concilio Vaticano II se llegó a celebrar en Roma con el rito hispano y Juan Pablo II presidió la Misa según nuestra liturgia mozárabe el día de la Ascensión de 1992 en la basílica vaticana. Sobre el altar, tras la fracción del pan, dispondría los misterios de Cristo: Encarnación, Nacimiento, Circuncisión, Manifestación, Pasión, Muerte, Resurrección, Gloria y Reino. En cada fragmento de la Sagrada Hostia, el mismo Cristo entregado. En cada rito, en cada tradición, también en la hispana, la fidelidad a veces inconstante de un pueblo hacia su Señor siempre fiel. Celebrar esta fiesta de la Eucaristía según la liturgia mozárabe nos ayuda a sabernos continuadores de una larga historia de fe y a seguir poniéndonos en camino, para allanárselo al que viene para todos de muchas maneras. Así lo dijo el Papa santo: "Los venerables ritos litúrgicos hispano?mozárabes (lex orandi) deben reforzar la fe cristiana de quienes los celebran (lex credendi), de tal manera que su vida (lex vivendi) siga emulando a quienes, en el pasado, dieron ejemplo de perseverancia en el servicio del Señor y de su verdad". Ojalá que en nuestra Catedral e Iglesia de Salamanca el rito hispano se conserve largos años, no como una reliquia más sino como un tesoro que puede dar frutos de renovada evangelización.