OPINIóN
Actualizado 28/11/2014
Isidro Catela

 

No cierro el blog, no me voy lejos. Pero he querido retomarlo, tras unos días de silencio y ayuno digital, para escribiros unas letras, que dice mi abuela. Son casi las mismas que le acabo de escribir a mis compañeros directores de la Conferencia Episcopal Española y a los periodistas con los que he trabajado durante estos diez fecundos años.


Cambio de tarea. A lo mejor, quién sabe, el blog se ve beneficiado. Un fuerte abrazo a todos y hasta ? el lunes.

Querido amigo, estimado contacto de Facebook, apreciado seguidor de Twitter: una despedida es necesaria para volver a encontrarse. En versos de Benedetti: "Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida".


Han sido más de diez años sirviendo a la Iglesia desde la dirección de la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal Española. Me marcho ahora a seguir haciéndolo desde otros lugares. Vuelvo a mis "orígenes universitarios" y, en breve, si Dios quiere, me incorporaré también a nuevos proyectos de comunicación que, a buen seguro, nos permitirán seguir compartiendo camino.


Aunque tiempo habrá para hacerlo con perspectiva, ahora, después de examinarlo todo y quedarme con lo mejor, sin duda de entre lo mucho bueno que me ha sucedido en este tiempo ha sido conoceros a cada uno de vosotros. Doy gracias a Dios por ello: por la simple relación profesional (que no es poca cosa), por el afecto, por la amistad que en muchos casos se ha forjado, por las oportunidades que hemos tenido para poner conjuntamente verdad donde había error y perdón donde había ofensa. Os pido ese perdón, de nuevo, por las veces que no supe o no pude hacerlo mejor y os doy las gracias, de corazón, a todos los que me habéis ayudado a ser mejor persona e incluso mejor periodista. Además de tener más enredadas las redes sociales, tengo ahora más amigos de verdad que hace unos años y eso, sin duda, es una Gracia.


El Señor ha estado grande conmigo y estoy alegre. Esta es la alegría, siempre nueva y renovada, que quiero seguir compartiendo con vosotros.

Con palabras de San Agustín: "si alguien necesita una mano (que llame, que) yo tengo dos"

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