Me matas a disgustos. Cada día me enfrento a tu oronda esbeltez con diáfana claridad pero con el reparo y la sospecha de que quien viene detrás o al lado va a atormentarme la existencia zumbándome un mamporro. Yo no es que quiera ser modelo de nada ( ¡a buena parte!), pero desde hace ya algún tiempo soy fan del debido orden rotonderil y cuando se me viene una al cuerpo me grito: ¡"la rotonda por fuera"!, ¡"siempre por fuera"!, y cuando sales: intermitente. Pues no hay manera. Los abundantes chóferes te pegan cada regate de no te menees. Creo sinceramente que nuestro Ayuntamiento debería editar unos cuantos miles de folletos (tipo campaña electoral) donde con dibujitos y santos expliquen cómo ha de negociarse debidamente una rotonda porque muchos de los golpes y accidentes dentro de la ciudad se producen en este círculo tan práctico para la circulación y el tráfico urbano como maléfica espiral que engulle osadas ignorancias y variopintos zotes al volante.
Nadie es perfecto ni está exento de meter la pata pero hay que tender a hacer lo correcto para evitar disgustos. Que lo que son dolores de cabeza ya nos sobran, ya.