Difícil lo va a tener el Ayuntamiento para 'educar' a los peatones, por mucho que se reúnan o creen comisiones, cada uno campa por sus respetos y me diga usted, amigo Sancho, quién me impide pasar por donde me plazca aunque por ello me pongan una multa cero. Porque se hace raro observar a un ciudadano que se encuentra en mitad de una calle, y se dirige al comercio de enfrente, que vaya a buscar el paso de peatones veinte metros más abajo; atrocho por el medio, en la mayoría de las ocasiones sin mirar a un lado o al otro, y ahí me las den todas. No se le ocurra llamarle la atención, que le manda más allá con cajas destempladas.
Para tratar de paliar el problema se ha creado la Comisión de Estudios de Accidentes de Peatones, largo el título y a la que deseamos éxitos en sus complicados menesteres. Esa comisión, que según me cuentan no devenga dietas de asistencia, faltaría más, la componen expertos en la materia, como no podía ser de otra manera, pero no están todos; entre los que se van a sentar a debatir en mesa redonda no se acomodará un representante de los caminantes o peatones, como queramos llamarles, y nos parece un grave error, ellos son los afectados, los que sufren el golpetazo, los que cometen las infracciones -los malos- y los que dan ejemplo -los buenos. Y son también, no lo olvidemos, los que más saben del asunto. A buscar por tanto, para la próxima reunión, a un par de estos 'gasta suelas' por el adoquín, las calzadas y las aceras.
Si hacemos caso a encuestas fiables, más del setenta por ciento de los desplazamientos en la ciudad se realizan andando, son muchos miles de candidatos a recibir un susto; son muchas también las medidas que dicha comisión quiere poner sobre la mesa y mal harán los 'comisionados' en no escuchar a los andarines, estudiando sus propuestas y sus puntos de vista. Tal pareciera, si así se hiciere, que de lo que se trataría es de no complicar al coche y favorecer al conductor, en algunos lugares el rey.