OPINIóN
Actualizado 23/11/2014

Miras arriba y te ves allí, sonriente, satisfecho, en lo más alto de la escalera. Has

luchado, has perseverado, te has sacrificado y allí estás, en la cúspide, en la cima. 

Lo demás se ve pequeñito allí abajo. Tu escalera es empinada y tu has conseguido 

subirla. Han merecido la pena las renuncias y esfuerzos. Enhorabuena, has 

alcanzado el éxito. 

 

Sí, la escalera de tu éxito? Una carrera de provecho. Un doctorado, un MIR, 

director de una empresa, artista, especialista en, experto en? ser alguien en la 

vida. Ambicionaste y lo has conseguido.

Pero puede que teniéndolo todo no tengas nada. Pero ¿cómo? ¿El éxito te vacía?

Como buena gallega diré que depende. Depende de qué éxito hablemos, depende 

de con qué ojos miremos.

 

El conserje de mi bloque de pisos es uno de los grandes experto en una materia 

muy concreta, muy compleja y delicada. No hay muchos tan expertos como él en 

esa materia. Es un triunfador en el área. Podemos pensar entonces que tiene éxito 

en la vida. Su materia no es física nuclear ni bioastronomía ni finanzas ni leyes ni 

agrobotánica. Él es experto en hacerte sonreír cada día, cada mañana y en darte la 

"bienvenida al nuevo día" y preguntarte qué tal estás. Y lo hace con cada una de las 

ciento y pico personas que por la mañana desfilamos por su portal medio 

dormidos aún para ir a trabajar o a clase o a la compra diaria.

El título de experto lo otorga la universidad de la vida, esa que te examina cada día 

y que es conocida como embajadora del amor y entrega a los demás.

 

Un estudiante de filosofía que aún no se ha graduado es experto en escuchar. 

Acepta tu realidad, lo que sea que le estés contando y te acepta a ti junto con esa 

realidad. He encontrado a una persona que escucha sin juzgar. He encontrado un 

tesoro. 

 

Un brote verde que conozco es experto en dar vida a las ramas más viejas y sabias, 

a veces carcomidas ya por el tiempo y la rutina de los años. Parece que por las 

hojas y tallos de este brote verde corre alegría e ilusión en vez de savia.

Pensemos en cómo medimos el fracaso y el éxito de nosotros, las personas. Puede 

que estemos fracasando en la forma de medir?

 

No miremos el éxito con mirada humana. Guiémonos por la mirada de Dios. Para el 

cristiano, el éxito en esta vida es hacer lo que Dios quiere de ti y para ti. 

La sociedad y estructuras humanas van creando sus parámetros del éxito y del 

fracaso. No miremos con mirada humana. Corremos el riesgo de fracasar.

 

Lucía Ruiz, desde la Pastoral Universitaria

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