OPINIóN
Actualizado 21/11/2014
Eutimio Cuesta

Cuando yo escuchaba a los curas, me aconsejaban que, antes de dormirme, debía hacer examen de conciencia, pedir perdón a Dios y, sobre todo, hacer propósito de enmienda, porque hay muertes repentinas. También he leído en mis entretenimientos, que los alcaldes antiguos, cuando cesaban en sus cargos, antes de entregar el bastón de mando, tenían que rendir cuentas de su gestión. Para el menester, el alcalde saliente nombraba un hombre de su confianza, y el entrante, otro; ambos se reunían, repasaban las cuentas y las sentenciaban. El informe se lo presentaban al comité, integrado por el cura, la justicia y los dos alcaldes. Si había desajustes, el saliente tenía que dar su explicación y, si no, convencía, tenía que ponerlo de su bolsillo. Esta buena costumbre se ha extraviado en los enredos de los tiempos, y hoy se ha impuesto el "totum revolutum", y el que entra no levanta la alfombra, y así el siguiente, hasta que la alfombra llegue a reventar el techo.

Y hoy me entero de que hay privilegiados que no dan cuentas y de que nadie se las pide, aunque ese dinero sea de todos.

Y, con estas cosas estaba, cuando me aparece, casualmente, un escrito que tomé de "El Lábaro" hace tiempo. Y que puede servir de modelo de conducta a estos desidiosos del deber.

 

"4 de septiembre de 1918, se inauguró la lápida ? busto del preclaro Cardenal Cuesta.

Por iniciativa de la colonia de macoteranos en Salamanca, encabezada por don Pedro Bueno y don Gorgonio, se propuso al Ayuntamiento la posibilidad de erigir un monumento, en Macotera, a su hijo preclaro el Cardenal García Cuesta. Para tal fin, se abrió una suscripción, y todos los macoteranos, aún los más pobres, ofrecieron el óbolo de su limosna, llegándose a recaudar gran cantidad en metálico.

Con ese dinero recogido, se encargó al notable escultor valenciano, señor Bayarri, una lápida de grandes dimensiones, sencilla y discreta, digna del Cardenal macoterano, cuyo busto aparece en medio relieve en la parte superior de la pieza, rodeado de las insignias episcopales y de dos ramitos de laurel. Lleva una inscripción con letras doradas sobre mármol blanco.

El veinte de agosto de 1918, fue colocada por el maestro de obras, don Evaristo, en el frontispicio de la iglesia parroquial, sin incrustarla nada en la pared de piedra de granito, a fin de que resalte más.

Su inauguración tuvo lugar, el día 4 de septiembre de 1918, y, con esta ocasión, el pueblo preparó solemnes fiestas, a las que asistieron grandes personalidades, hijos del pueblo venidos de otros lugares,

Y representantes de los pueblos vecinos.

Por su curiosidad y detalle, insertamos el resumen de los ingresos y de los gastos, que se produjeron en la ejecución de tan digna obra:

Ingresos:

De Macotera                450 pesetas

Fuera de Macotera       600 pesetas

Total ingresos           1050 pesetas.

 

Gastos:

 

Lápida ? busto al señor Bayarri, incluido el giro postal y telegráfico 795 pesetas.

Portes desde Valencia a Salamanca                                                        30,25 pesetas

Al señor Seseña, marmolista de Salamanca por añadir un renglón

a la inscripción de la lápida                                                               20,00 pesetas.

Porte de Salamanca a Macotera                                                         9,00 pesetas.

Al señor Evaristo por la colocación de la lápida                            52,00

Correspondencia y periódicos                                                        12,00 pesetas

Gastos de fiestas                                                                           135,75 pesetas.

Total gastos                                                                                       976,00 pesetas.

 

Ingresos                      1050,00 pesetas

Gastos                         976,00 pesetas.

Superavít                       74,00 pesetas.

 

Estas setenta y cuatro pesetas, que sobraron, han sido invertidas en la impresión de este folleto".

 

 

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