OPINIóN
Actualizado 21/11/2014
Jorge Juan Fernández

El futuro de los niños es siempre hoy. Mañana será tarde.

"Los Estados Partes respetarán los derechos enuncia- dos en la presente Convención y asegurarán su aplicación a cada niño sujeto a su jurisdicción, sin distinción alguna, independientemente de la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la posición económica, los impedimentos físicos, el nacimiento o cualquier otra condición del niño, de sus padres o de sus re- presentantes legales". Así reza el párrafo primero del artículo 2 de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) - no pongo ese signo de la @ porque no sé cómo se lee ? aprobado el 20 de noviembre de 1989 y ratificado por el entonces Rey de España, Don Juan Carlos I y el Ministro de Asuntos Exteriores, Don Francisco Fernández Ordoñez, en nombre de todos los ciudadanos a los que, por ese motivo, compromete y obliga.

Ayer, se recordó este importante asunto, con la celebración del Día Mundial de los Derechos del Niño, y la Niña claro está, por cierto con escasa o nula presencia en los Medios de Comunicación, más interesados en el fallecimiento de Doña Cayetana, el affaire catalán, los casos de corrupción o el ingreso en prisión de una popular folclórica. Perdón, y siendo justos, el programa Saber y Ganar de la 2 de TVE lleva ya varios días tratando esta cuestión.

Pero el tema, a mi particularmente, me parece de una enorme transcendencia porque de lo que hablamos es del futuro de nuestra civilización, tal y como la conocemos. En una reciente entrevista, con motivo de la presentación de su último libro, el filósofo Fernando Savater respondía a la pregunta sobre el futuro que le dejaremos a nuestros niños y niñas: "La pregunta no sería qué mundo queremos dejar a nuestro niños, sino qué niños queremos dejar en el mundo"

Y es que, si no les preparamos para lo que se les viene encima, no dispondrán de recursos para enfrentar los enormes desafíos que sin ninguna duda se les presentarán. Porque es indispensable una generación bien formada, tanto técnica e intelectualmente como armada de unos valores sólidos y compartidos que le permitan paliar y reparar los estropicios que se van han encontrar, llevando a buen puerto las responsabilidades que les tocará asumir lo quieran o no.

Por tanto, además de preocuparnos por dejarles un medio ambiente que cuente con los recursos naturales necesarios y suficientes, debemos proteger a millones de ellos de las durisimas situaciones a las que se enfrentan cada día para sobrevivir y tenemos la obligación de dotales de una conciencia humana y cívica en la que el interés colectivo prime sobre los interés particulares, sólo así podrán construir sociedades justas, equitativas, solidarias con los menos favorecidos, y todo eso hay que hacerlo ya, porque como dijo, con gran visión, Doña Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, por todos conocida como Gabriela Mistral "El futuro de los niños es siempre hoy. Mañana será tarde". El mañana es suyo, pero el hoy aún pertenece a nosotros y es nuestra responsabilidad.

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