"La poesía no sirve para nada, gracias a Dios, pero es indispensable", son palabras del último premio nacional de poesía, el gallego Manuel Álvarez Torneiro. Dedicamos mucho tiempo, por tanto, a algo inútil, no práctico, pero necesario: ¿quién entiende esto?. Probablemente la cuestión tiene algo que ver con el espíritu, con los sentimientos, con la idea de que si el motor emocional de nuestro ser no funciona, somos papel mojado, una entelequia. Escribimos por eso y para eso: para que no dejen de funcionar nuestros sentimientos más duros, más hermosos, más imaginativos y también más tristes.
No, la poesía no sirve para nada, pero está directamente relacionada con nuestra forma de respirar. La prosa, los relatos, los cuentos, los versos?es la forma más sincera de sudar cuanto nos acontece, cuanto vivimos, cuanto amamos y en todos ellos nos va la vida, la creatividad y la sensibilidad. Todos ellos nos acercan a la alegría de vivir, al desamor, a la soledad. Nos acercan a la condición humana. En todo este tinglado nos movemos quienes escribimos.
Es un sendero informático o un sendero de papel ?ahora tan denostado- por el que queremos hacer caminar nuestros textos (verso y prosa) para que usted los tome en sus manos con paciencia y tolerancia y los disfrute si hasta ahí llega esa circunstancia.
De parte de un tipo que, de vez en cuando, escribe poesía.