En América Latina las amenazas a la democracia son: Terrorismo, debilidad del estado de derecho y neopopulismo. Mario Vargas Llosa
Desde un punto de vista estrictamente político, si eso fuese posible, todas las generaciones son protagonistas de un hecho relevante en la Historia. Nosotros, por ejemplo, en el fin de una dictadura militar y en el paso de un sistema político autoritario y personalista, a una monarquía democrática. Nuestros padres, en la Segunda República, en la Guerra Civil de 1936 a 1939 y en la posterior dictadura franquista. Nuestros abuelos, en la guerra de Marruecos, en la neutralidad de la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias; comunismo, fascismo, movimientos sociales en España y dictadura de Primo de Rivera. Nuestros bisabuelos, en la Restauración borbónica, en el caciquismo, en el pucherazo, en la corrupción y en la pérdida de las últimas colonias en el 98, guerra con los Estados Unidos de América incluida. Nuestros tatarabuelos, en la pseudodesaparición de la monarquía absoluta, en el ascenso y fragmentación del liberalismo, en una recua de espadones, en la Primera República, en alguna que otra guerra civil, y en el nacimiento de los sindicatos y de los partidos obreros.
Pero? ¿y nuestros hijos? Desde pequeños han visto la libertad como algo intrínseco en sus vidas. ¿Acaso alguien puede asegurar que comprenden lo cara que le ha costado al pueblo español?
Como mi abuelo había enterrado a su padre, fusilado por los franquistas, y su yerno había luchado en la Guerra Civil en el Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montejurra, el miedo y las contradicciones le impidieron explicarme el presente, por lo que se dedicó a enseñarme las lecciones que nos daba la Historia. Especialmente le gustaban los Años Veinte. Había estudiado en el humillado Berlín de la postguerra entre espartaquistas, parados, inflación, cabaretes, nazionalistas, superhombres, bocazas, iluminados y demás.
Debes saber, -decía-, que tras la Primera Guerra Mundial los europeos, indignados con los partidos políticos tradicionales que no habían sabido, ni podido, evitar la carnicería de la guerra, volvieron las espaldas a esos partidos políticos y al sistema democrático que los sustentaba, y cayeron en brazos de los visionarios populistas que les prometían trabajo, solidaridad, igualdad, espacios vitales, imperios y una eterna primavera. Y los europeos, hartos de sentirse indefensos, manipulados, robados e ignorados por tanto inepto, corrupto, mangante y bobo, se echaron en brazos del comunismo y del fascismo. No hace falta que te cuente cómo el sueño terminó en pesadilla.
¿Y nuestros hijos? Según parece están indignados. Su furia no les lleva a exigir reformas, justicia, honestidad, más participación y controles del sistema de libertades, sino entelequias y rupturas. Quizá tengan que aprender lo que cuesta la libertad.
En España las amenazas a la democracia son: Paro, impunidad, corrupción, demagogia y nacionalismos disgregadores.