OPINIóN
Actualizado 17/11/2014
Francisco López Celador

Sin que nadie se me enfade por equipararle a un televisor, algo tendremos que hacer si queremos seguir estando en sintonía. Últimamente nos están cambiando la frecuencia y sucede que nos quedamos sin imagen y sin voz. Es verdad que un día sí y otro también nos lo recuerdan pero, cuando creemos haber encontrado nuestro canal preferido, aparecen nuevas interferencias que nos hacen más difícil la comprensión del mensaje.

Ya se habrá dado cuenta, querido lector, que me estoy refiriendo a la encrucijada que se le presenta al sufrido elector cuando ve muy cercano el momento de pasarse por las urnas, y le asaltan las dudas. Si has sido un ciudadano más o menos fiel a unos principios, no te va a resultar sencillo, de la noche a la mañana, cambiar tu voto de forma radical. Si uno tomara  esa decisión, debería hacerlo convencido de que, en manos de ese nuevo partido, su voto puede contribuir a que otras personas lleven a buen puerto aquellas políticas que estén en sintonía con la particular  forma de pensar. Hacerlo simplemente por revancha es como tirar piedras sobre el propio tejado. Las ideas políticas son inamovibles, quienes cambian son los políticos que las aplican, unas veces porque no tienen en cuenta lo que pregonaban sus programas electorales, y otras porque se apartan de la honradez y aprovechan su cargo en beneficio propio , sin tener en cuenta ni al partido ni a sus votantes.

Así pues, antes de depositar el voto, convendrá hacer una "sintonía fina" para que no se desperdicie. Cuando uno quiere ver un buen programa de televisión lo primero que busca es ese canal que tiene un tipo de programación que no le produce rechazo. Antes de sintonizarlos, ya sabe de antemano los que abusan de lo frívolo, lo huero y lo insustancial, los que ni valen para divertir o entretener. Existen otros que, de antemano, ya se sabe "para quién vendimian", no son imparciales y suelen seguir los dictados de intereses muy determinados. Las empresas y los partidos contratan su publicidad con los medios de mayor difusión y, a ser posible, en los momentos de mayor audiencia. Por el contrario, los canales de televisión suelen "pagar" los favores llevando el agua de la información, no al molino de la veracidad, sino al que más se asemeje a su línea editorial.

Si uno se declara partidario de lo más natural, es decir, informativos imparciales, programas culturales sin sesgos nacionalistas, apasionados acontecimientos deportivos, documentales entretenidos, etc., difícilmente se aficionará a la llamada televisión basura. Es decir, cuando uno ejerce el importante derecho de votar democráticamente, debe hacerlo muy seguro de la opción tomada. Debe auto sintonizarse de forma desapasionada porque no es poco lo que se juega. También en los partidos políticos tiene su importancia la imagen, el sonido, el color, el contraste, etc. Algunos de ellos, cuando les ha tocado gobernar, ya han dado muestras de sus logros y sus fracasos. Otros aún no han obtenido la confianza de los electores. Por último están los que aún no se han presentado oficialmente, aunque no son "nuevos en la plaza", y se esfuerzan en aparecer como el bálsamo de fierabrás, cuidándose muy mucho de enmascarar sus raíces y de silenciar las calamidades que han llevado allá donde gobiernan. Si Ud. se declara consecuente con sus principios, ejerza su voto dándoselo, precisamente, a quien tenga sus mismos principios.

 

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