No sirvo pá ná" me dice sonriendo y sin pestañear. "No te esfuerces, yo no valgo"; tiene 15 años y casi cada día de su vida alguien le ha recordado que ella no es, no puede, no sabe.
Cada vez que ha tenido la intención de hacer cualquier cosa en su vida ha sido respondida categóricamente por alguien cercano a ella, su familia, con un: "tu no", "no es para ti", "a dónde crees que vas"? Ella que, al igual que cualquier otra chica de su edad y de cualquier edad, sí que es, si que puede y si que sabe, ha comprendido la lección, se ha olvidado de todas las posibilidades que la vida le ofrece, se las ha negado a sí misma.
Esta historia, que puede parecer un caso de acoso psicológico, se repite con mucha frecuencia, está más cerca de cualquiera de lo que nos podemos imaginar. El lenguaje también conforma nuestras perspectivas vitales.
Cada día nos llegan mensajes que nos dicen y nos repiten: "no pasa nada", "ya lo arreglamos nosotros", "tranquilos", "siempre ha sido así", "es lo normal", "es mejor así", "déjalo, no se puede",? Y nosotros como buenos alumnos los hacemos nuestros, y se los repetimos a otros y acabamos por rendirnos, o por "salvarnos" como decía Benedetti en su poema.
A la chica de la que hablaba le repito siempre que puedo: vales, puedes, sabes, eres. Le repito "no te rindas", y cuando se lo digo intento que no note que yo también me rindo a menudo, y pienso que también necesito que haya personas junto a las cuales nos recordemos que no podemos rendirnos, no debemos, porque si nos rendimos todo seguirá igual.
Miguel Ángel Martín, educador del proyecto de infancia de Cáritas