Hace más de treinta años que comencé a volar y reconozco que es el medio de transporte donde me encuentro más segura y relajada. Me dejo llevar y disfruto del viaje.
A lo largo de mis cientos de vuelos he podido conocer gente de todo tipo y personalidades más o menos agradables, pero quizá las personas que se sentaron a mi lado y que tenían miedo a volar o más bien pánico, son las que más me impresionaron.
Es muy difícil estar sentada al lado de una persona que no puede controlar esa terrible sensación, sufren un verdadero trauma y su vuelo se hace interminable.
Tengo una amiga azafata que me contó los recursos que en ocasiones tienen que utilizar para ayudar a los pasajeros con miedo. En primer lugar intentan hablar con ellos para tranquilizarlos, les ofrecen zumo, para aumentar su índice de glucosa y calmar la sed, ya que se quedan con la boca seca, Les dan lecturas de entretenimiento, se le indica el canal de audio donde pueden encontrar un programa de relajación y les invitan a pasar a la cabina y a conocer al comandante, para que le transmita más seguridad indicándole el procedimiento de vuelo y las diferentes partes de la cabina.
Al igual que ocurre con los pasajeros que tienen miedo a volar, existen personas jóvenes y no tan jóvenes que tienen pavor a levantar el vuelo y salir de su situación personal. Situación en muchos casos, que puede producir dolor, me refiero a poca autoestima, precariedad económica, falta de trabajo, pérdida de pareja o imposibilidad de independencia.
Quizá muchas veces este fenómeno venga apoyado por los padres. ¡Miedo al nido vacío! Pero del mismo modo que al pasajero , que le da pánico el avión, pero que no le queda más remedio que viajar, los padres tienen que dar un empujón a los hijos para que vuelen solos, para que se lancen del nido y fabriquen el suyo propio.
Romper los apegos que no nos permiten avanzar sólo nos llevan a la dependencia y no ayuda al crecimiento personal y profesional.
El mundo está lleno de oportunidades para todos, pero hay que lanzarse y agitar las alas para poder alcanzarlas y más en estos tiempos de crisis.
Si levantas las alas, te darás cuenta que estás alcanzando otros mundos cargados de abundancia y de personas que merece la pena conocer y que te ayudarán a crecer.
Siempre tendrás tiempo de regresar a tu nido inicial donde habrá un espacio para acogerte.