En la Casona, donde antaño los niños de párvulos recibíamos nuestras primeras lecciones de Doña Antonia y Doña Alfreda.
En un patio hermoso y un hermoso parque ahora parte del "parque de los Jesuitas", se recitaban poesías al aire libre, con un babi y unas flores por espada.
Hoy me he emocionado, sí, lo confieso públicamente. Por fortuna el destino y mi deseo se dieron la mano y fuimos a escuchar y ver el Coro del Milagro, Laura, Daniela y Bruno con sus compis de clase.
Qué orgullo para un antiguo alumno del cole, que incluso formó parte del coro hasta que el padre Chema decidió que mejor callado y ¡hala!, platillos al niño de la voz quebrada, que con la percusión le basta.
63 angelitos de blanco con banda roja, Mercedes, Cristina y Félix, doble función de maestros.
Belén, Paula y Ana, jóvenes antiguas alumnas con su violín, chelo y clarinete, qué hermoso escuchar sus notas de futuro prometedor, que pocos años tan bien aprovechados, qué armonía, cuántas horas de dedicación al alma.
Desde tercero de primaria a cuarto de ESO, solistas con el príncipe de Egipto en Arameo, a dos voces, con pausas, tonos suaves, acompasados, sobrios, y sonrisas cuando la ocasión lo requiere, repertorio acertado y próximo.
Hoy me he emocionado, me enorgullece formar parte de la historia de un colegio que inculca valores perennes, imagino el trabajo de estos 13 años del coro y no salgo de mi asombro.
La música es un tesoro; desde el barquito de cáscara de nuez hasta el Ave María de Schubert, un poco más de música en nuestros días por favor.
Dedicado a quién dijo: "tu corazón está haciendo una fiesta"