OPINIóN
Actualizado 14/11/2014
Juan Robles

El hecho más reciente que provoca la presente reflexión es el del sacerdote de 36 años, párroco de Bullas en Murcia,  Miguel Conesa Andúgar, que falleció en accidente de autocar el pasado domingo cuando regresaba del Cerro de los Ángeles con un grupo de parroquianos que volvían de su peregrinación a aquel santuario. Aparte de lo llamativo del accidente, lo que merece la pena destacar es que ha muerto en acto de servicio a sus feligreses. Un gesto que contrasta bastante con las abundantes noticias que nos abruman en estos días, relativas al aprovechamiento de políticos o administrativos, por citar sólo a dos categorías, que presuntamente se han aprovechado de su cargo para enriquecerse personalmente, en lugar de servir desinteresadamente a aquellos a los que deben su cargo.

Pero hay otros acontecimientos llamativos que están teniendo lugar en estos tiempos,  de los que estamos conmemorando el aniversario de su muerte, como es el caso de los sacerdotes jesuitas que fueron asesinados vilmente en la Universidad Católica de El Salvador, o de Mons. Romero que había sido asesinado durante la celebración de la misa en la capilla de unas religiosas de su diócesis de San Salvador. Gracias a Dios, es posible que pronto se reconozca su sacrificio y entrega a su pueblo, proclamándolo beato, es decir, bienaventurado, paso que en su día puede dar lugar a la subsiguiente proclamación que lo declare santo. San Romero de América, lo aclaman ya muchos cristianos de aquel continente. Puede que también sigan sus pasos algún día los jesuitas sacrificados en la UCA, entre los cuales está el más conocido el padre Ellacuría.

Varios sacerdotes son secuestrados o mueren con frecuencia en los países musulmanes del Oriente próximo, a manos de islamistas radicales que quieren acabar con toda religión que no sea la suya tal como ellos la profesan. Cada mes mueren asesinados en torno a dos misioneros en las más variadas tierras de misiones. Recientemente se ha sabido que  dos sacerdotes polacos y un italiano van a ser beatificados próximamente. Fueron asesinados en Perú por Sendero Luminoso en 1991.  83 sacerdotes fueron también asesinados en Colombia desde 1984. Bastará con buscar en google las palabras "sacerdote asesinado" para encontrarnos con casos llamativos en Colombia, Venezuela, Nicaragua, Siria, Filipinas y aun Estados Unidos.

¿Ser misionero un oficio peligroso? No queda lejos el recuerdo de los dos religiosos hospitalarios que murieron contaminados con el virus del ébola por servir a sus hermanos africanos en los hospitales de la misión. Siempre los profetas, que anuncian el buen mensaje o denuncian las corrupciones en cualquier lugar de la tierra como exigencia de su fe y de su entrega evangélica y misionera, han tenido que sufrir incomprensión , persecución y a veces la misma muerte.

Por supuesto que hay curas pederastas y apegados al dinero o arribistas que buscan puestos de influencia, lamentablemente. El Papa Francisco lo denuncia y está haciendo por corregir esos desgraciados ejemplos de vida contradictorios con la propia condición sacerdotal y a veces religiosa. Pero no cabe duda de que son muchos más aquellos sacerdotes ejemplares que sirven sin relieve y sin esperar ningún reconocimiento a cambio, por puro amor a Jesucristo y a las sencillos feligreses que les han sido encomendados. Los curas también mueren por los demás, y se sacrifican diariamente y discretamente por aquéllos a los que un día prometieron entregar sus vidas.

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