OPINIóN
Actualizado 13/11/2014
José Luis Sánchez

Soy un taruguillo con alma de titiritero, lo reconozco. Cada vez que salgo a un escenario a actuar, y es algo que hago con  frecuencia en los últimos meses, se me ponen los nervios nerviosos y hay un par de segundos en los que se me borra todo de la mente y solo quiero escapar. Pero en cuanto piso las tablas y me viene con limpieza el texto a la memoria, ordenado y limpito? ahí es donde me fío y la pifio. Es teatro aficionado y la primera intención es pasarlo bien entre todos los compañeros utilizando como base la pasión, la afición por el teatro. Pero ¡ojo!, es engañoso este aspecto de "casa de la pradera", bálsamo de jijijajá. Engañoso y traicionero porque el teatro te come poco a poco, es un vampiro que te chupa la sangre, te absorbe, te deja la mente en una suerte de delirio zumbón que cuando te ves por la calle recitando en voz alta el guión te preguntas: "¿estaré en mis cabales?". Pero miren una cosa: precisamente yendo por la calle no veo más que ciudadanos encebollados en los ipads y smarfons, con sonrisas y gestos de alelaos que alucino y me pregunto: ¿no llegará un día ?si no ha llegado- en que lo raro sea hablar una persona con otra (de cuerpo presente, quiero decir)? De toda esta reflexión infiero que tampoco soy un bicho tan raro haciendo teatro y ensayando por las calles. Antaño se me quedarían mirando, ahora pues como que formo parte del rebaño, aunque con otro misterio.


 Y qué quieren que les diga, prefiero el sufrimiento  y los réditos que depara la magia del teatro a la drogadicción de Apple. (Aunque caeré, al tiempo).

 

Etiquetas

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >AFICIÓN AL TEATRO