OPINIóN
Actualizado 12/11/2014

Me agarro al pegadizo estribillo que cantaba Soledad, de Amistades Peligrosas, aquel grupo musical de los primeros noventa (creo, si mi amigo Juan Mari Montes no me contradice), para posicionarme ante la realidad que estos días vengo observando. Y es que hemos cambiado bastante desde entonces, cuando Soledad cantaba. Y más si comparamos desde mucho antes. Desde los inicios de la célebre transición política de los setenta, y un abismo desde la dictadura. Cuánto, cuánto, sí señor.


        Y me refiero más concretamente sobre el capital  que solía venir de  afuera antes y ahora para sufragar nuestra desestabilización política en época de cambios. Y es lógico en un mundo donde priman intereses globales y donde hay dos (o tres) bloques tan diferenciados. Cada uno desea arrimar el ascua económica a la sardina más conveniente para intentar alinearla hacia sus intereses ideológicos. En la dictadura ese era el eje judeo masónico y el comunismo internacional de donde parecía provenir el manantial que alimentara disidencias interiores. Nos machaban con esa cantinela. Después era la CIA o el capital del este, los que deseaban minar nuestra base ideológica (si es que alguna vez la hubo clara) para cambiar un régimen y alinearlo al otro lado. Y ahora (válgame el cielo) me entero que es capital venezolano e iraní, el que inyecta y engorda las arcas de organización del emergente Podemos. Ver para creer. Quién nos lo diría hace unos años. No muchos. Qué afinidades pueda haber entre ideologías bolivarianas e islamistas bastante radicales y las de nuestro partido emergente nos debería ser explicado bien. Es que, cuando menos, me resulta sumamente extraño el asunto. La enorme distancia geográfica, ideológica y cultural que se presupone existe entre los señores de esos dos países y los ideólogos de Podemos (y toda nuestra sociedad) es como para dudar en este caso. No conozco si eso es verdad o bulo. Pero tanto y tanto insisten sobre ese asunto que debería quedar esclarecido, requetebién explicado de antemano, a una sociedad que exige conocer y que se atreve a pedir cuentas claras en casi todo. Cuanto más en qué modo y dónde se financia el partido con más que posible alternativa de poder en España. Podemos. ¿Podemos? Al menos pido eso.

 

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