OPINIóN
Actualizado 12/11/2014
Carlos Blanco Plaza

 

Es un mes de agosto cualquiera, temperatura más que agradable en la bahía de Palma de Mallorca. Con motivo de la Copa del Rey de vela, anualmente en el Real Club Náutico se concentra lo más granado del empresariado de la zona este del país, así como personalidades célebres de la España más robusta. Se respira un ambiente festivo con aire de opulencia. Las regatas gustan entre la plutocracia.

Al fondo, en un fastuoso barco, varios magnates de la gran burguesía catalana se preparan para una jornada deportiva. Perfumados, ríen mientras observan como uno de ellos hace contactos entre la tripulación del navío contiguo. Argentina, Cuba, Paraguay, Panamá? o lo que es lo mismo, porvenir. Es la tónica habitual, a lo largo de la semana se cierran operaciones millonarias. No hay que olvidarlo, su linaje es el comercio.

 Viven bien. No son objetivo de la prensa indiscreta que fija su mirada en la realeza. Mañana, quién sabe, podrían verse en el punto de mira; "Eso es imprevisible", como diría cualquiera de ellos. Ríen. A su vez, el antiguo monarca pasea junto al barco mientras saluda amigablemente, su presencia siempre ha sido reclamo para el turismo de altura. Se le ve concentrado. Ha venido a ganar.

Comienza la prueba, por delante horas de competición, el "Bribón" -seis veces campeón del certamen- aparece en escena. Un año más, es el favorito y lo saben, aunque tienen que demostrarlo. Bromean. Suena el primer aviso. Llevan buen ritmo, es cierto, si logran continuar así alcanzarán la gloria nuevamente.

Nuestros protagonistas van surcando el mediterráneo con destreza, "volando", cual velero bergantín. Próximo, su principal competidor, un barco de un potente patrocinador privado sobre el que recaen rumores de escándalo. Sólo son bulos. Pasan la tercera boya.

Termina la carrera. Han resultado primeros. Menuda inyección de júbilo. Se puede ver la alegría en el rostro de los tripulantes, han disfrutado mucho, aunque nada que ver con lo que vendrá después. Velada nocturna en el Club Náutico. Ésa es su oportunidad, todos los años hay alguna. Los favores son más accesibles. Pequeñas maravillas de la isla.

En el banquete, se percibe cierta exaltación en los diálogos en torno a las finanzas. Sin embargo nada se escucha en referencia a la unidad de España. Ya será defendida desde Madrid. O no.

Son,  "los Bribones".   

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