Madurar es de frutas. Las personas no maduran, aprenden. Por ensayo-error, por caer tres veces en la misma piedra. Lecciones del dolor, del desengaño, de los libros, de la calle, de otras personas, de los animales. También de las decepciones, de diferentes situaciones y de las derrotas.
¿Por qué tenemos que esperar a que suceda algo negativo para aprender de ello?
Aprendemos por distintos motivos y nunca lo dejamos de hacer. Me gusta confiar en que el cambio existe, que los humanos podemos incorporar los nuevos aprendizajes a nuestras vivencias y que sabemos rectificar en nuestro beneficio.
Conocer el mundo, es lo único que nos hace grandes y que nos dota de gran libertad. De esa libertad de elegir y de crear tantos caminos como queramos recorrer.
Nunca es tarde para aprender.
Feliz semana y... ¡A quererse mucho!