Andaba yo la mañana del sábado medio perdido por las calles del Barrio Antiguo, admirando cosas aquí y allá -por muchos años que transcurran y muchos pasos siempre me quedarán hermosuras que admirar- cuando me aborda una pareja venida de Almería para preguntarme dónde pueden encontrar la rana. Confieso que me gusta que me paren, sinceramente 'la gozo' porque me ofrecen la oportunidad de compartir con ellos calles y rincones, me pone hablar de mi Salamanca. Pero no es menos cierto que me entristece al pensar que son dos turistas más que se marcharán de allí de inmediato, encontrado el batracio, sin descubrir todo lo que encierra entre sus piedras esta inigualable fachada plateresca. Tal vez tampoco se adentren en su patio, porque nadie se lo diga o ninguna placa se lo indique, ni se vayan hasta el claustro de Escuelas Menores, hermoso y quieto siempre y al que se asoma curiosa la Torre de las Campanas. Pero yo a lo mío, me explayo y explico, y me despido con la certeza de que otros dos visitantes se quedarán por el lugar un rato, de igual modo, admirando.
De regreso a casa, de vuelta de esas excursiones casi diarias que me enamoran, me voy desde la calle del Deán Polo Benito hasta la plaza del Mercado por el Pozo Amarillo, donde a su final dicen que San Juan, nuestro patrono, obró un milagro. Otra confesión: me gusta lo que veo. Una calle hasta ahora 'estropeada', semejando un almacén robado, se convertirá en otra de esas vías rescatadas para el peatón. Cuando se rematen las obras tengo la seguridad de que esta importante arteria será otra de las zonas peatonales importantes, en las que pasar el tiempo en calma, sin agobios y con pocos coches.
Sólo será preciso que el ayuntamiento les tienda la mano a comerciantes y vecinos, que no se limite a colocar cuatro bancos, siete farolas y un adoquín más o menos aparente. Esta calle, como otras muchas peatonalizadas en los últimos años, necesita un estudio serio y riguroso sobre sus posibilidades comerciales, y en ello tienen que volcarse alcalde y concejales, prestándole su total ayuda para conseguir que el dinero gastado en su urbanización haya merecido la pena y deje de ser una vía muerta.