OPINIóN
Actualizado 10/11/2014
Jesús Garrote

Parece que todo el mundo tiene la respuesta, denunciar y que el maltratador se pudra en la cárcel. En la mayoría de los casos de asesinato o es así o se suicidan. Pero la realidad es que a pesar de la eficacia policial y la sapiencia de los jueces los casos siguen sucediendo y muchas mujeres y niñas lo sufren.

Se dice que hay que actuar en la prevención y que esto se hace desde la educación en igualdad de oportunidades, que no es lo mismo que querernos igualar a todos, homogeneizarnos e ignorar y desvirtuar nuestras diferencias, es lo mismo que cuando en otros ámbitos educativos se condena a los diferentes. ¿Quién se cree todavía superior?.

La realidad es que se pone empeño, políticamente se emplean recursos económicos y la prensa como de costumbre lo trata con una calculada dosis de drama.

Nosotros los " fracasados", aquellos que nos pasamos la vida con los y las  jóvenes que por cuna normalmente han mamado la exclusión y el maltrato y que por desgracia no hemos conseguido que todos regularicen su vida, y que además alguna vez reproducen patrones, puede que hablando con víctimas y verdugos salvemos alguna vida.

Ramón y Cajal descubrió las neuronas observando cerebros de embriones, que eran más sencillos. No creo que se salven vidas a base de carteles y opiniones rimbombantes más o menos acusatorias.

Yo hablo con las que no quieren denunciar y lo primero que les sugiero es que denuncien, con las que a veces no son conscientes, con las que incluso se sienten merecedoras. También con los que lloran después de haber pegado, con los que se han intentado suicidar después y con los que se han sentido provocados primero y se justifican. Alguna de estas parejas tienen bebés con los que conviven y no están protegidos, otros están por la mañana  con la madre y por la tarde con el padre. "Si le digo que no lo puede llevar porque se droga mientras está con él me mata" me dice una chica.

De momento les facilitamos viviendas separadas a  cada uno de la pareja, a ellas con prioridad procuramos facilitarles trabajo y ayudar en el cuidado del niño, les condicionamos vivienda y comida a estudiar o trabajar a los dos. Cuando son menores los derechos son otros y los tenemos que satisfacer de todas formas.

Sin juzgar les escuchamos a los dos y con mucha sutileza intentamos abrir nuevos caminos de pensamiento y sentimiento. No sienten y no hablan como la mayoría de  las que las defienden. Si vemos cualquier caso de violencia la denunciamos.   

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