OPINIóN
Actualizado 09/11/2014
Enrique Arias Vega

Un familiar me envía un presunto decálogo del grupo Podemos para modificar la Constitución. Apostilla: "Suena bien". Cuando le comento que me parece una tontería casi deja de hablarme.


Y en que al socaire del éxito de Podemos, la labia de sus dirigentes, lo radical de sus teorías y la contradictoria indefinición de sus propuestas, todo vale: hasta que te lleguen e-mails de dudosa procedencia que no aluden a los verdaderos problemas de España que debe afrontar una nueva ?y necesaria? Constitución: reforma de la instituciones del Estado, del sistema electoral, de la separación de poderes, del papel de los partidos políticos, de las competencias de las Comunidades Autónomas, etc., etc.


En vez de eso, muchos ciudadanos, como mi informante, creen que todo se resuelve, como en el decálogo de marras, masacrando a los políticos: limitando sus salarios y su tiempo de actividad, y por consiguiente su aportación a la Seguridad Social, y poniendo todo tipo de trabas a posibles incentivos de dedicación o de productividad como el resto de los trabajadores españoles.


Tantas limitaciones y tantas gárgaras, dejarían la política no ya en manos de los más preparados ?que sería lo lógico?, sino en poder de inútiles arribistas sin mejores posibilidades laborales, de funcionarios con el reingreso asegurado o ?y esto es lo peor para los regeneracionistas de nuevo cuño? de ricos y muy ricos que, sin necesidad de un salario, dedicasen su actividad política a fines más perversos.


Por si faltase algo en ese decálogo de arbitrariedades inconsistentes, se mantiene hasta un 50 por ciento el número de los asesores actuales de la clase política. ¿Y dónde quedan los funcionarios? ¿Por qué no se les potencia? ¿Por qué no se les traslada la autenticidad de sus competencias profesionales para las que se hayan perfectamente preparados?


Grosso modo, esa es la respuesta que se me ocurre a las tonterías que cualquier indocumentado puede poner en la red al amparo de las siglas Podemos o de las de Perico de los Palotes. Esperemos que los chicos de Pablo Iglesias depuren sus mensajes y eviten la proliferación de absurdos contenidos en la red, para  merecer así la credibilidad que parece que han conseguido y no tener que salir huyendo de ellos como de la peste.

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