OPINIóN
Actualizado 09/11/2014

Viejo claro de pastos apetecibles, verdes ojos, niños de agua
y vida.


Vieja vida, de larga sonrisa, ríos de lágrima y madrugada,
campo de mendigos.


¿Qué vida es ésta
para la cual hace falta barco de vela?


En estas hojas que dibujan un niño, dos niños marcan
con sangre una leyenda: la del alma de ésta
y todas las nubes.
    En este vapor estuoso de magmas, en esta diáspora
    de estrellas,
    no te empeñes en amarrar el viento,
    el viento?


    Bajo la perfecta mañana, se alzan infinitos
    dos cuerpos, dos islas,
    una frente a otra:
    y te digo yo a ti mi nombre,
    cuéntame tú las azaleas.


                        Boris Rozas, del libro "Hemisferio Sur",
            Accésit del Premio de Poesía "Ángel Miguel Pozanco", 2007.                                                     

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