OPINIóN
Actualizado 07/11/2014
Aída Acosta Alfonso

Esta mañana he tomado café con una buena amiga. Como sabía que había tenido vaivenes en el amor, le pregunté como la iba en la actualidad. "Llevo seis meses saliendo con un chico; por el momento van bien las cosas".


"¿Por el momento?", le respondí un poco perplejo. "Claro, no sé muy bien lo que puedo esperar y me siento muy insegura".


Hemos pasado del compromiso formal para toda la vida, con resultados muy variables, disfrutando o aguantando, pero sin poner en duda la permanencia de la pareja, a pensar sentir y actuar en la "incertidumbre"  De un extremo nos hemos ido a otro, condicionando la vida de pareja, porque lo que pensamos (fantasías, proyectos, expectativas, dudas e incertidumbres,  interpretación de lo que es y puede dar de sí la relación), sentimos (grado de seguridad, estabilidad, miedos, etc.) y los que hacemos (tipo de compromiso, decisiones sobre la vida en común, etc.) influye en como vivimos la relación de pareja y en su posible duración.  Una acentuación de la incertidumbre, inseguridad y falta de compromisos decididos hace más probable que la relación sea menos satisfactoria, se encuentren razones para romper y, en efecto, se rompa. Es la "profecía autocumplida".


Claro que las personas pueden haber tenido experiencias dolorosas repetidas que les hacen sentirse inseguros, dudar de la entrega y pensar que las relaciones están muy amenazadas. Pero lo cierto es que los medios de comunicación y los productos culturales actuales favorecen esta tendencia a considerar las relaciones como inestables, inseguras y probablemente temporales. Planificar la separación con contratos paralelos al del matrimonio es la forma más extrema que conocemos de esta actitud pesimista sobre las posibilidades de las relaciones, cosa que sucede con frecuencia entre los famosos. Hemos pasado de casarse "por conveniencia o por dinero" a planificar la separación para no sentirnos perjudicados económicamente.


Nosotros creemos que es mejor combinar el derecho a la desvinculación con la capacidad de arriesgar compromisos que se vivan como eternos, aun sabiendo que dependen de la libertad de cada uno de los miembros de la pareja. Pensar positivamente en las posibilidades de una relación, sentir emociones y afectos positivos y, por último, arriesgar alianzas de por vida hace más probable una relación satisfactoria y duradera. Y aunque no llegara a durar más, sí nos permite gozar de una experiencia única y extraordinaria el tiempo que dure.

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