OPINIóN
Actualizado 06/11/2014
Víctor Hernández

A principios del siglo XX, en lo que a la música se refiere, convivieron algunos estilos como el impresionismo, atonalismo, dodecafonismo, serialismo, expresionismo, neoclasicismo, entre otros, dando como resultado una amplia diversidad y afloramiento de nuevas músicas.

Mucha de esta música era ya prácticamente atonal. Wagner, al igual que los impresionistas franceses, utilizaron esta forma de componer en la que era difícil saber en qué tonalidad exacta estaba la pieza. Esta nueva manera de hacer música fue un experimento para los compositores y en ocasiones un calvario para los aficionados, puesto que a veces esas melodías parecían desafinadas. Además de no entenderse bien, eran difíciles de escuchar.

Podemos decir que fue Schoenberg quien terminó, de forma figurada, con la tonalidad (llegando el atonalismo). En sus composiciones la disonancia no tenía ningún tipo de restricción, como tampoco los saltos entre notas sin tener en cuenta su interválica. Fue un paso más allá que los impresionistas franceses, que utilizaban acordes disonantes sin resolver y también sobrepasó a Wagner, que utilizaba grandes cromatismos.

Allá por 1920 creó un sistema de doce notas (escala cromática) en el que todas estas gozaban de la misma importancia, es decir, no se tenía en cuenta las funciones tonales (tónicas, dominantes?). A esto es a lo que llamamos dodecafonismo.


Si damos un paso más nos encontramos con el serialismo, que es la organización en series de estas doce notas. Se basaba, explicándolo de forma sencilla, en elegir un orden predeterminado para esas notas y no tocar una de ellas sin haber pasado antes por las otras once.   

Toda esta novedad a la hora de componer no era más que una experimentación, por parte de algunos compositores, para poder encontrar una vía alternativa para la evolución de la música, ya que se consideraba que el camino que se había seguido hasta entonces había quedado cerrado tras la composición de la novena sinfonía de Beethoven. Pieza que se consideraba insuperable.

Con la perspectiva que da el tiempo, parece una controversia que estos compositores, que intentaron hacer algo tan grandioso como Beethoven, terminaran siendo considerados (por una amplia parte del público) gente sin gusto musical. Sin embargo, para los estudiosos de la música, también ha sido una etapa importante y fructífera en cuanto a innovación de las sonoridades que han dado pie a otros nuevos estilos musicales más cercanos a nosotros.

 

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