OPINIóN
Actualizado 06/11/2014

Para esta temporada se suprimen los cambios obligatorios en Fútbol 7. ¿Se trata de una medida acertada?, ojalá lo fuera, pero me temo que en muchos casos no va a ser así.- Si esta norma se impuso en la provincia de Salamanca, fue motivado por el hecho de que muchos entrenadores pensaban más en el resultado que en los niños, lo que llevaba consigo una gran diferencia de minutos de juego entre unos jugadores y otros.

Las edades del fútbol base, son unas edades donde debiera primar el aprendizaje, la educación, la diversión. Valores como el compañerismo, la amistad, la solidaridad deben estar por encima de cualquier resultado, pero, esto, por desgracia no es así y muchos jugadores quedaban relegados a los minutos "basura", a esos partidos donde la diferencia de goles, ya fueran a favor o en contra, era tan abismal, que su presencia no iba a influir para nada en el resultado.

¿Se puede sentir, con esta forma de actuar, orgulloso un entrenador? Yo no.

Para un entrenador de fútbol base, y más en estas categorías de fútbol-7, no debiera de haber nada más satisfactorio, que terminar una temporada con todos los niños con los que empieza, sin que ninguno se quede por el camino, por ese camino que inician con tanta ilusión, con tanta alegría, con tantas metas

Es obvio que llevar un reparto equitativo de minutos es tarea complicada, pero lo que no es complicado es hacer sentirse importantes a todos los niños del equipo, a esos niños que en la mayoría de los casos son escogidos por los propios entrenadores, no es complicado darles un rol dentro del grupo, no es complicado pensar como ellos, ponerse en su lugar, lo complicado es competir con todos ellos, es buscar el equilibrio en las alineaciones para que el equipo no se resienta en el campo, y entonces es cuando el entrenador no se complica y coge el camino fácil: el resultadista.

Ahora, se nos da la oportunidad de corregir estas maneras de actuar. Ya no hay norma que nos obligue a realizar los cambios obligatorios, somos nosotros los que debemos poner todos los medios para que los niños, TODOS los niños, se sientan felices en el mundo del fútbol, somos nosotros los que podemos evitar esas miradas fijas, inocentes al mismo tiempo, dirigidas al entrenador preguntándole en silencia: "¿no me sacas todavía?" 

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