OPINIóN
Actualizado 04/11/2014

En todas las artes se dan una serie de sobrentendidos, mentiras al fin y al cabo, que todos asumimos sin problemas y que, por tanto, dejan de ser mentiras si no pretenden engañar a nadie. Así, cuando Lope de Vega nos dice: " Un soneto me manda hacer Violante", se da por supuesto que ni existe la tal Violante ni le manda hacer ningún soneto. Sólo es un nombre que le viene bien a Lope para seguir rimando con facilidad y demostrar su ingenio. En el resto del soneto dice paso a paso toda la verdad.

     Algunos/as quieren ser poetas conformándose con expresar sus sentimientos  sin una pizca de ingenio, sin forma, sin ritmo y sin gracia. Se justifican diciendo que escriben tal como les sale del corazón. Pero también hay que sentir con arte.

     Otros han querido demostrar su ingenio imitando a Lope y cambiando el nombre de Violante por cualquier otro nombre de mujer. Por ejemplo "Josefa". Y así salió el siguiente soneto:

Un soneto me manda hacer Josefa

Que en íntimos abrazos me acongoja;

Pues ya la margarita no deshoja

Y estoy con ella en pura sinalefa.

 

Resulta que además ella es mi jefa

Y, estando así de toma pan y moja,

Apenas de sus telas se despoja,

Celebro más partidos que la UEFA.

 

Aunque naturalmente no soy manso

A la orden con gusto me someto

Y estoy casi acabando este soneto,

 

Mas temo (y fatalmente este es mi sino)

Que, si ya mi soneto aquí termino,

Aquí termine al punto mi descanso.

Nada es verdad, por supuesto, pero tampoco mentira desde el momento en que no se pretende engañar a nadie. Todo es una convención artística.

Hay otro soneto conocidísimo de autor anónimo "No me mueve mi Dios para quererte" que está lleno de sentimientos increíbles y posiblemente falsos según las convenciones de las que venimos escribiendo. Por eso, imagino una duda, un interrogante por parte del Señor al que va dirigido y así Le contesto con este otro soneto:

 

Ya lo sé, mi Señor, no soy sincero

Si al verte por las calles, indigente,

Vuelvo el rostro a otro lado indiferente

Sin dejar de decir cuánto Te quiero.

 

Tu perdón, oh mi Dios, contrito espero

Y no quiero llevar sobre mi frente

Tu corona de espinas, aunque intente

En la cruz proclamar que por Ti muero.

 

Por la tierra me arrastro y aun pretendo

Hasta el cielo subir  a estar contigo

Si en el suelo mendigo Te estoy viendo.

 

Dame todo tu amor a ver si entiendo

Que, siendo para Ti tan mal amigo,

Estés así en la cruz por mí muriendo.

El segundo soneto es quizá más sincero pero menos convencional.

La forma soneto me atrajo desde muy joven y la he empleado frecuentemente. Tanto que los "amigos/as" para no llamarme buen poeta me dicen buen sonetista casi como un insulto.

En fin, más adelante seguiré escribiendo sobre las convenciones artísticas en otras artes como la pintura y la música.

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