OPINIóN
Actualizado 04/11/2014

El otro día ?por fín? vi Frozen. Principalmente porque su trama se ha entrecruzado con la cuarta temporada de Once Upon a Time y yo estaba un poco ?bastante? perdida en una de mis series favoritas de la tele americana. Y eso no puede ser. No, no. Así que, rezando para que este dichoso veroño pasara de largo y trajera el tan añorado frío a la estepa castellana, me senté en el sofá a ver Frozen. Con muy poquitas expectativas, todo sea dicho. No me pidan que les cuente por qué se me había cruzado por la mente que Elsa y Anna eran dos personajes que me alegraría de olvidar en cuanto le diera al stop del mando al distancia. ¿Cuántas veces me he tenido que masticar y tragar mis propios prejuicios? Así seguimos, señora. Una no termina de aprender. 

El caso es que, a pesar de haber canturreado el ya clásico Let it go por todas partes y rincones a la menor oportunidad, no sabía de qué iba la película hasta la semana pasada. Si quieren que les cuente el resultado, estoy encantada. Porque las princesitas Disney ya no son las niñas ingénuas que eran cuando yo era pequeña. Ahora son muchachitas ?muy monas ellas, eso sí? con ojos grandes, formas de hablar más cercanas y, ante todo, traumas?sin sabores?dolores de cabeza muy parecidos a los del resto del mundo. Por no destripar la película a los dos o tres que quedéis sin verla, recomiendo buscar una tarde de invierno de estas que están a punto de llegar y sentarse en el sofá a verla sin más preocupaciones. Cojan una caja de pañuelos, sin son sensibles y se emocionan rápido. Si son duros como piedra de troll, cójanla también, háganme caso, o se encontrarán llegando al final de la película llorando como estúpidos de alegría o emoción infantil.


Y no dejen de disfrutar de la maravillosa música que por detrás del archifamoso Let it Go, versionado por Demi Lovato de una forma que una servidora no esperaba. No caigan en la trampa de creer que no hay más música que la canción de Elsa en pleno trajín por la construcción de su palacete de invierno en la más alta montaña de Arendelle... Si ponen un poco de interés podrán descubrir detrás del telón otra música de manos de Christophe Beck, especialmente los tracks que acompañan a los juegos infantiles de Elsa y Anna o a la parte final de la película en la que se retoman los leiv motivs de cada personaje.

 

Que no les pase inadvertido el agudísimo canto que aparece en cada referencia a los fiordos, tomado de la cultura sàmi nórdica. O la dulce intervención de los coros en Vuelie o Heimr Àrnadalr ("Saludos, Arendelle" en noruego antiguo). Ahora que llega el invierno ?por fin?, vean o revean Frozen desde otra perspectiva. Pónganle un oído más a la música y verán como Olaf tiene un encanto fuera de serie, Sven les cae más simpático cada vez, la inquieta Anna niña les enternece aún más y Elsa se vuelve más y más cercana. Y no pierdan la oportunidad de darse después una vuelta por Youtube para ver lo que Frozen da de sí.

¡Abrazos calentitos para todos, el invierno ya está aquí!

 

 

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