Me van a disculpar la premura: hay que ser soberbio para robar tanto y con tanta cara, hay que ser inocente para mirar a otro lado, hay que ser memo para querer votar secesiones inútiles. Pero tengo mucha prisa, por un lado porque o congelo mis óvulos o no le doy un hermanito a la niña bonita, que ahora me urge acabar un par de trabajos y el reloj biológico como que ya no me funciona? y porque me apremia comprobar que mi chico no tiene una cuenta en Suiza. Ya sé que soy una controladora y no aérea precisamente ?con lo que cobran- pero es que a mí no me pilla nadie en un renuncio y menos cuando estoy harta de racanear. Si el contrario tiene negocios turbios por ahí, más vale que me vaya haciendo a la idea, porque como dice la copla: De lo que me está pasando/ yo no me quiero enterar. Y es que soy tan mema que puedo no coscarme de unos cuernos, pero el tema de los dineuros mal ganados, digo Granados, como que no. Les aseguro que me muero porque me regalen una alianza de plata sencillita ?soy pobre hasta para pedir- pero si alguien me llega con un pedrusco me mosqueo y empiezo a pensar en paraísos fiscales y haberes sucios. Imaginen, el hombre de mi vida me regala un solitario y yo fisgándole las cuentas. Todo menos parecerme a esas mujeres que nada saben de los trapicheos de sus contrarios, pero que sí gastan como posesas sin preguntar.
Pero no teman, a mí últimamente no me regalan abalorios, sino ideas? y si no, que se lo pregunten a otro de los hombres de mi vida que me cuenta que en su cole, en guerra contra la celebración del Halloween, les han propuesto a los tiernos infantes que vayan disfrazados de su santo predilecto. Y ya ven, a ninguno de los dos se nos ocurre ?somos perversos- vestir a la niña bonita de Santa Teresa con todo y pluma, sino imaginarnos al profesor más cachas del centro emulando a San Sebastián, o a una de las maestras con los ojos en una bandeja tipo Santa Lucía. Y ni les cuento si se rebana una las tetas y las ofrece en plan casquivano, como quien sirve el catering. Casi que prefiero al pollo pera de esqueleto sembrando el pánico, y a la niña bonita de fantasma pegándose guarrazos contra las paredes porque mi cuñada le ha abierto mal los huecos de los ojos. Ya ven? qué viva la tradición aunque sea anglosajona, porque todo es integrar y sumar y comer buñuelos y huesitos de soberanista. Total, yo ya tengo mis santos de devocionario? y entre ellos hasta guardo un óvulo para por si acaso. Un óvulo deshidratado, el congelado lo tenía en el frigorífico y un pobre inocente que fue a buscar hielo casi se infarta del susto. Me dijo que si no iba muy deprisa en esta relación. Yo le comenté que con él no iba nada, que es un derecho que me asiste en la nueva reforma laboral, congelar mis óvulos a cuenta de la empresa para cuando pueda pillarme una baja. Qué manera más tonta de volver a ser esclavas de la necesidad social de procrear, y encima a la carta. Pues miren, no, es más ético esperar de una pareja que ayude, de un estado que haga guarderías y gestione permisos, y de una empresa que te apoye. Pero claro, donde vamos a parar si ponemos al zorro a cuidar de las gallinas y a lucrarse con todo. A este paso, yo me visto de Santa Rita y abogo porque mi chico haya tenido un puesto aunque sea en un sindicato minoritario, total, del rey para abajo, ninguno ¿He dicho rey? Creo que de lo que me voy a disfrazar es de santísimo Job, ese que cada español llevamos dentro cada vez que estalla un nuevo escándalo y que cada mujer aguanta cuando comprueba que no hemos avanzado nada.