En estos días se piensa mucho en la gente que ya no está. Algunos por motivos religiosos y otros por razones curiosa y meramente festivas, homenajean a la Muerte con mayúsculas, a ese sentimiento de pérdida tan difícil de explicar, tan eterno y a la vez tan natural.
A veces cuando una persona se marcha la única ilusión de los que se quedan es pensar que volverá pronto. Por eso es muy importante acercar a los niños de una manera correcta qué significa morirse y cómo sobreponerse a esa sensación de incertidumbre. Nosotras, como ya nos vais conociendo, apostamos por la literatura como una forma muy adecuada para explicar este y otros temas.
Hay autores que plantean un punto de vista original sobre la muerte y su significado para los más pequeños, como el caso de Bruno Gibert con Paraíso, un álbum sin palabras en el que reflexiona a base de símbolos y señales sobre el significado del fin de la vida. O Paloma Valdivia, ilustradora y escritora chilena que en su obra Es así, a través de la repetición de este sencillo estribillo y con preciosas ilustraciones, transmite un mensaje claro y natural sobre vivir y morir. Es así.
Otros prefieren abordar el tema de una manera más filosófica, como Wolf Erlbruch en El pato y la muerte, donde relata el encuentro figurado entre estos dos personajes que acaba consiguiendo que el ave le pierda el miedo a morir. O Pascal Blanchett con su obra La fuga, una deliciosa metáfora sin palabras sobre la muerte a través de la música.
Hay autores que bromean convirtiendo la tragedia en un discurso disparatado. Morir, para Edward Gorey, es algo tan natural que lo ridiculaza en su libro Los niños macabros, un abecedario de muertes protagonizadas por niños inocentes. En el otro extremo se encuentra Michael Rosen, que encuentra en la literatura la vía ideal para transmitir el dolor y la resignación que le despiertan a un padre la muerte de su hijo, sentimientos plasmados a la perfección en El libro Triste.
Distintos acercamientos literarios con la misma intención: describir y entender los sentimientos que se despiertan en cualquiera de nosotros, tengamos la edad que tengamos, al decir adiós a un ser querido. Es así.