Esos son los ?uros que percibe mensualmente un parado de larga duración. Con esa cantidad, dramáticamente exigua, tiene que dar techo, vestido y comida a su familia, como mínimo de tres miembros, lo que significa "disponer" ?es un decir- de 4,73 ?uros por persona y día.
Frente a esta realidad, los sinvergüenzas de los consejos de administración de las cajas se han venido llevando, además de sus emolumentos legales y escandalosamente altos, medio millón de euros anuales con las tarjetas opacas. O sea, 1.388 ?uros por persona y día.
A su lado, la familia Pujol parece que orquestó un chiringuito a base de comisiones por valor de varios cientos de millones de euros, y las cifras estimadas de corrupoción anual son de veintitrés mil millones de euros; mejor en letra porque un dos y un tres seguidos de nueve ceros no parecen una cantidad tan espantosa. Veintitrés mil millones de euros. ¡Se dice bien!, es que espanta de verdad.Veintitrés mil millones de euros de todos que unos hijos de mala madre nos están robando cada año. ¿Cuántos médicos, jueces, docentes, investigadores ... nos están hurtando cada año esa ralea miserable?
Parece que las estadísticas hablan de casi seis millones de parados y de más de un millón de hogares ?es otro decir- sin absolutamente ningún ingreso por ningún concepto; esto es, dos o tres millones de personas pasando todos los días, no sólo hambre, sino la angustia de no saber si podrán desayunar hoy, de ignorar si sus hijos volverán a llorar hoy por faltarles el pan.
Por si fuera poco las estadísticas publican que tres personas ?TRES NADA MÁS- acumulan MAS DEL DOBLE de riqueza que el 20% -el VEINTE POR CIENTO- de los más pobres. O sea, que tres personitas ?tres- tienen más del doble de perras que dos millones de personas -2.000.000-.
En tales circunstancias se hace extraño que no haya puñaladas por las esquinas todos los días. Máxime cuando noticia a noticia, crónica a crónica, nos vamos dando cuenta de que hemos puesto a la zorra a cuidar de las gallinas o, para ser más exactos, a los chorizos a cuidar de los caudales públicos.
La situación es ya insoportable: mientras hay gente en situación verdaderamente crítica, disminuye la protección social, se encarece la educación, la sanidad y la administración de justicia, cuatro sinvergüenzas nos están robando a manos llenas; mientras se pide contención salarial, se congela el SMI, disminuyen las pensiones (crecer por debajo del IPC es disminuir en poder adquisitivo) y se prolonga la edad de jubilación, se incrementa el salario del los mandantes, se les preparan pensiones de oro devengadas en una legislatura y se les amplía la impunidad.
No se entiende cómo no está habiendo ya un estallido social, cómo soporta este pobre pueblo las vejaciones de los políticos, el expolio de los banqueros, la rapiña de los altos cargos. ¿No es este pueblo ya el que capó los chambergos de los afrancesados?, ¿no es el que se amotinó en Esquilache?.
Sí. Los políticos corruptos, los cooperadores necesarios de la corrupción y los silentes cómplices de los comisionistas no deberían olvidar que este pueblo es el mismo que cuando se hartó de que Carlos V le friera a tributos para pagarse sus lujos bélicos, se echó a Villalar con el cuchillo entre los dientes.
Este pueblo, de su natural pacífico y paciente, sigue teniendo aquel alma comunera y luchadora y los que ahora piden disculpas -¡hay que joderse, qué inútiles!: cuando uno ha faltado en algo debe de ofrecer disculpas, no puede tener la desfachatez de, encima, pedirlas- esos que hacen gala de su torpeza, digo, pidiendo las disculpas que deberían ofrecer, no deben olvidar que estamos hartos, que no soportamos más esa canalla insaciable que se está llevando a Suiza el comedor de nuestros hijos, las pensiones de nuestros padres y las medicinas de todos y que, el día menos pensado, hartos ya de estar hartos, puede pasar cualquier cosa.
Y serán partidos alternativos o neumáticos ardiendo en los cruces o cualquier otra manera de autodefensa que el ciudadano alcance a imaginar y coordinar, pero será: no tengáis ninguna duda.
Algo hay hacer. Estos sinvergüenzas no pueden robarnos el porvenir.