OPINIóN
Actualizado 01/11/2014
José Antonio Mirón

Asumir consecuentemente que la Salud es un recurso para la Vida implica que ésta tiene que formar parte de las prioridades de nuestros días y nuestra Vida. Por este motivo es necesaria la Salud Democrática y ésta también debe formar parte de la nuestros objetivos sociales si se quiere llevar una Vida en Sociedad rica en avances, progresos y compromisos sociales. Relacionar y asociar estos dos temas es imprescindible para el ser humano, dado que son indivisibles, como lo social y lo sanitario. Por una parte, la Salud como necesidad básica para vivir y, por otra, hacerlo democráticamente porque es lo saludable a nivel social dado que ésta es la mejor garantía de libertad, igualdad y solidaridad.

Actualmente conviene reflexionar sobre lo que nos está pasando. El diagnóstico de la situación que observamos;  generando a lo largo de las últimas décadas, y que ahora es muy evidente, es que estamos enfermos y las enfermedades son crónicas y tienen una gran frecuencia y suponen una elevada carga. La inmunización que supuso la conciencia general de los españoles de haber vivido un período de negación de la vida democrática, dejó paso a una transición modélica en responsabilidad, tolerancia y generosidad; pero desde entonces se han insertado en el entramado social unas dinámicas nocivas en los aparatos de los partidos, sindicatos y de más poderes que han conllevado una parálisis en el papel de los contrapoderes como la prensa y medios de comunicación y otros organismos e instituciones que han participado de dinámicas de connivencia creando un totum revolutum de intereses. Todo porque se ha dado prioridad a la idea de negocio sobre la idea de país de progreso y socialmente avanzado y moderno y, también porque la cultura de la independencia de criterio está bajo sospecha. Por tanto, no queda más remedio que depurar, podar y ventilar. Ubi pus ibi evacua.

Ahora existen evidencias de enfermedad social, somos una sociedad con pluripatologías: enfermedad respiratorias dada la alta prevalencia de incompetentes y populistas intrascendentes que se ha vuelto epidémica y amenaza la estabilidad y la respiración de nuestra democracia. Diversos tipos de cáncer que hacen difícil la digestión, depuración y la evacuación al estar asociados a ilegalidades y entremados de corruptelas. Enfermedades cardiovascular asociadas a la falta de sensibilidad y compromiso social de la sociedad dirigente. Demencia tipo alzheimer que padecen gran parte de los políticos por llevar demasiados años y que han olvidado que la competencia, la consistencia y la responsabilidad formar parte de la Salud Democrática y, en consecuencia, el que comete errores graves debe dimitir e irse a disfrutar de la camilla de su casa. Muchos de ellos son parte de la enfermedad social y de la crisis y, tan sólo aportan ansiedad, frustración, impotencia y vergüenza a la Sociedad que los contempla.

Por otra parte, es evidente que muchos políticos no padecen estos procesos; pero se hace difícil distinguirlos porque la mayoría no han sido validados ni profesionalmente ni socialmente, elementos que aportan seguridad y menor riesgo a la Salud Democrática.

En el futuro habrá que tomar medidas preventivas y, seleccionar a nuestros representantes no por la imagen ni por sus palabras, sino por su trayectoria personal, profesional y social. Aquella que indica que detrás de las palabras hay un estilo de vida social y democrático saludable y competente que conlleva menor riesgo de procesos y/o patologías nocivas para la Salud Social.

 

JAMCA

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