El ayuntamiento de nuestra ciudad ha promocionado el uso de la bicicleta, ha trazado carriles para su circulación, creó y promocionó el servicio de alquileres e instaló diversas "estaciones" de norte a sur y de este a oeste. Esto ha contribuido en gran manera al uso del vehículo de dos ruedas.
Cada vez son más los ciclistas que se desplazan pedaleando de un lugar a otro, esto es sano, económico y ecológico; algunos incluso se ayudan por pequeños motores eléctricos que aminoran el esfuerzo del pedaleo. Pero al Ayuntamiento se le olvidó incluir un manual de "Normas para circular en bicicleta"
En las calles que tienen el llamado carril bici la circulación no crea problema, a no ser que un peatón se despiste, cosa bastante fácil pues la mayoría de estos carriles se sitúan en mitad de las aceras, y atraviesan y dividen jardines.
Pobre peatón despistado, el pedaleador de turno le harta de todo, llegando en algunos casos hasta el insulto, ellos son los reyes del carril y nadie puede invadirlo. Tienen razón, los despistados que se queden en casa.
Y ¿donde enviamos a los ciclistas que invaden las aceras? Que cuando les interesa cruzan los pasos de peatones en rojo, verde o amarillo, que van sorteando y saltando de una acera otra sin respetar las normas más elementales de educación vial, poniendo en peligro a niños, ancianos y demás peatones, convirtiendo un agradable paseo en una verdadera aventura llena de peligros.
Si las normas de circulación se hacen para todos, todos tienen que cumplirlas. La policía debería vigilar y penalizar a los ciclistas que se creen con bula para circular según les convenga.